Sin pena ni gloria
Tras el mensaje presidencial del 28 de julio y la incertidumbre generada, hay algunas voces que minimizan su impacto. A partir del 30 de julio, el Índice General de la Bolsa de Valores de Lima ha tenido una caída en cada una de las jornadas, que significó un retroceso de 4.76%. En tanto, el dólar subió 1.73% al pasar de S/ 3.30 a S/ 3.357 desde el miércoles 31 de julio. En ambos casos, el tipo de cambio escaló continuamente, al igual que la bolsa, pero no solo afectado por la decisión del presidente Vizcarra de adelantar las elecciones -decisión sobre la cual es difícil una vuelta atrás-, sino también por el efecto que tuvo en el mercado la reducción de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal y la intensificación de la guerra comercial entre EE.UU. y China.
A nivel del riesgo país, medido a través del índice Embi+ Perú, este trepó de 91 a 103 puntos básicos desde el 30 de julio. Aumentó en todas las jornadas, salvo el viernes 2 de agosto, cuando descendió ligeramente. Entonces, ¿el Perú está camino a una recesión? No. Pero sí es muy probable que ocurra un menor crecimiento este año, lejos del 3.5% que aún espera el Ministerio de Economía y más cercano al 2.5%.
Sin embargo, lo que interesa, más que las cifras del corto plazo, es el país que dejará el actual Gobierno. El legado del presidente Vizcarra desde que inició su mandato, en marzo del 2018, hasta que termine se puede decir que será sin pena ni gloria en el tema económico. Salvo quizás las propuestas de los planes de competitividad y de infraestructura.
En el campo político, será muy discutible si tuvo convicción en la lucha contra la corrupción o si aprovechó la oportunidad que se presentó, tanto a nivel del caso Lava Jato como en el sistema judicial. En estos casos, el rol efectivo correspondió –con todas las críticas que pudiera haber– principalmente al Ministerio Público.
Por lo tanto, ¿qué país recibirá el próximo Gobierno? Será un escenario en el que prevalecerá la incertidumbre, con una baja confianza empresarial y de los consumidores, con un sector externo posiblemente desfavorable para la economía peruana y que producto de ello ya las exportaciones están volando bajo.
A lo anterior hay que agregar que se tendrá un país con alta conflictividad social, que la administración Vizcarra no supo disminuirla. Y con expectativas populistas, que harán más difícil la regulación y los proyectos de inversión privada.
Pero también la ejecución de los proyectos de inversión pública seguirá con problemas. En lo que va del año, apenas se ha realizado el 30% de las obras presupuestadas y es probable que en los próximos meses el devenir sea similar.
Quedará en pie la necesidad de continuar la lucha anticorrupción en todos los niveles y sin sesgos, como ha ocurrido en el último año. Esa causa por ningún motivo debe dejarse de lado por cualquier gobierno que asuma el poder tras Vizcarra.
Por tanto, como decíamos el martes pasado, “no nos engañemos. El adelanto de las elecciones generales es solo el primer paso”. La confrontación que se dará luego que se defina la fecha de los próximos comicios será dura.
Queda esperar si los candidatos y partidos políticos en los próximos comicios estarán a la altura del reto, o se habrá generado un funesto precedente por el cual cada vez que un gobierno no pueda resolver sus problemas se tenga que adelantar las elecciones.