Voluntad política
Hoy se espera que el Poder Ejecutivo presente al Congreso el proyecto para adelantar las elecciones generales al 2020. Los próximos pasos si bien serán principalmente responsabilidad del Congreso, también tendrá corresponsabilidad el Gobierno de Vizcarra.
El escenario del debate se vislumbra, por ahora, de fuerte enfrentamiento, dado lo sucedido en los dos días que se lleva discutiendo.
Entonces, ¿cómo encontrar una salida? Se necesitará voluntad política tanto de los inquilinos de la Plaza Bolívar como de la Casa de Pizarro para arribar a consensos mínimos. Pero también puede ocurrir que no se llegue a algún tipo de acuerdo y se eleve la incertidumbre.
En los últimos tres años no hubo suficiente voluntad política para alcanzar consensos. Las pocas veces que se logró acercamientos fueron efímeros. En parte, porque hubo bancadas en el Congreso y algunos ministros –tanto en el periodo de PPK como con Vizcarra– que prefirieron la conflictividad antes que los entendimientos.
Pero ahora en el Ejecutivo hay voces, como el ministro de Economía, que pretende –en medio de la crispación generada por la propuesta del presidente Vizcarra en su mensaje del 28 de julio– impulsar algunos proyectos claves para la economía en el recinto parlamentario.
Para ello tendrá que batallar duro, convenciendo primero al interior del Gabinete de la necesidad de establecer vínculos con la oposición, así como romper el hielo con las bancadas del Congreso. Pero la verdad es que las posibilidades de que lo logre son remotas, dado que no hay la suficiente voluntad política para lograr ese objetivo.
En las últimas semanas, el titular del MEF dejó su perfil bajo para convencer a los agentes económicos, incluidos los analistas e inversionistas, que no hay que alarmarse demasiado y que todo está bajo control. Hasta el momento cosecha escepticismo, más aún con la decisión adoptada el domingo por el jefe de Estado.
Uno de los primeros informes de la banca de inversión muestra inquietud. Así, el reporte del JP Morgan señala que “vale la pena retrasar las decisiones de inversión hasta que haya calma”.
Por el momento, el optimismo que pretende transmitir el ministro aún no contagia a los actores económicos. Y dependerá mucho de cómo se desarrolle el debate en el Congreso y la salida que se apruebe para adelantar las elecciones generales.
Mientras tanto, algunas propuestas para el futuro de la economía como el Plan de Competitividad y el Plan de Infraestructura –que ya contiene 24 proyectos en ejecución– corren el riesgo de convertirse en unos documentos más que se preparan en cada Gobierno y muy poco se ejecutan. Carlos Oliva quiere que así no suceda, pero para ello depende de la voluntad política tanto del presidente Vizcarra como de los congresistas en los casos en que se tenga que aprobar iniciativas de ley que permitan la implementación
de los planes.
Queda entonces preguntarse si habrá voluntad política en el Ejecutivo y el Congreso para arribar a consensos que superen la crisis política o seguiremos bajo el signo de la conflictividad. Por ahora hay más dudas que certezas.