El descontento empresarial
En junio, el pulso de las expectativas empresariales, que mensualmente toma el Banco Central de Reserva a las 300 principales empresas del país, nuevamente mostró un descenso. El resultado se suma a lo que registró el Índice de Confianza Nacional del Consumidor de GfK, que también reflejó una desazón de los ciudadanos -a excepción del estrato socioeconómico A/B- y que significa que la incertidumbre va ganando espacio cada vez más sobre el futuro de la economía.
Los empresarios agrupados en Confiep presentaron al presidente Vizcarra un conjunto de propuestas, que no han generado hasta el momento entusiasmo en el Ejecutivo. Los otros dos gremios importantes como la Cámara de Comercio de Lima y la Sociedad Nacional de Industrias, también en las últimas semanas han cuestionado algunas acciones del Ejecutivo, y ya queda claro, inclusive para las agencias calificadoras de riesgo crediticio como Moody’s y Fitch, que se ha perdido el rumbo, y como bien señala en esta edición el vicepresidente del grupo de Riesgo Soberano de Moody’s, Jaime Reusche, el descuido de la agenda económica no solo se dio con el presidente Martín Vizcarra, sino que ya el problema venía desde su antecesor, Pedro Pablo Kuczynski.
La situación se vuelve crítica porque los gremios empresariales han dejado de ser referentes, agobiados por el impacto de la corrupción del caso Lava Jato que involucra a varias compañías y ejecutivos; así como porque se han vuelto grupos cerrados, perdiendo representatividad de la mayoría de la clase empresarial del país.
En tanto, la respuesta del Gobierno, ha sido escuchar las propuestas, pero mantenerse en la inacción. Aunque en algunos casos el mandatario ha realizado una contraofensiva como por ejemplo con el proyecto enviado al Congreso para obligar a las boticas y farmacias a contar con un stock mínimo de medicamentos genéricos.
Vizcarra señala que este tipo de propuesta genera una reacción “en los grupos económicos que obviamente van a ser afectados en sus niveles de rentabilidad, pese a ello tomamos las decisiones de lo que es más conveniente para la población”.
Antes del 28 de julio hay decisiones importantes que el empresariado espera, desde el otorgamiento de la licencia de construcción al proyecto Tía María de Southern hasta la adopción de acciones concretas del Plan Nacional de Competitividad que el ministro de Economía, Carlos Oliva, ha prometido.
Mientras tanto, en el Congreso se acumulan varios proyectos de carácter populista y el Ministerio de Economía se va quedando solo, como reveló Gestión hace dos semanas cuando Vizcarra, desoyendo las recomendaciones del ministro de Economía, decidió no observar las modificaciones a la ley de Zofratacna aprobadas en el Parlamento.
Así como los gremios empresariales reclaman cambios en el Estado para facilitar la inversión, también deben hacer mea culpa y tener una nueva actitud para promover su agenda. La sola publicación de documentos ya no surte efecto.