Gas de Camisea otra vez en la encrucijada
Uno de los mayores recursos con que cuenta el país, el gas natural de Camisea, reaparece en la agenda nacional. Esta vez por la intención de Bolivia de exportar gas y glp hacia Perú.
Camisea ha tenido un impacto muy favorable en la economía del país desde que empezó su explotación, pues permitió abaratar la energía, aunque uno de sus puntos débiles es que en el sur, donde se encuentra el recurso, no ha tenido un gran efecto, más allá del costo de la energía. Es por eso que en los últimos años más de un Gobierno ha intentado que el gas llegue a los domicilios y hasta hay un proyecto, por ahora sin realizarse, de crear una planta de fraccionamiento en Kepashiato.
La semana pasada, cuando el gobernador regional de Puno, Walter Aduviri, juramentó, exigió un pronunciamiento público del presidente Vizcarra, “queremos escuchar su posición, si apoya al pueblo”, remarcó.
Días después, el ministro de Energía viajó a Santa Cruz de la Sierra y acordó con el Gobierno de Evo Morales evaluar la importación de gas natural y GLP boliviano para abastecer al sur peruano.
Lo que para Puno puede resultar un beneficio no necesariamente es visto así por otras regiones, como el Cusco. El gobernador regional, Jean Paul Benavente, ahora reclama que la “única vía” para el desarrollo industrial y sostenible de esa parte del país es retomar el proyecto del gasoducto.
Y es que el gas boliviano ya está presente en Puno desde hace varias décadas. La Policía fiscal de ese departamento estima que mensualmente ingresan en promedio 25 mil balones de GLP a través del “contrabando hormiga”. Pero no solo eso, según la prensa puneña, en La Paz el precio del balón de gas de 10 kilos es de S/ 15 y en Puno oscila entre S/ 36 y S/ 38. Es decir, el problema es más complejo de lo que estiman las nuevas autoridades en el sur, sobre todo Aduviri. Por eso, el presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, ya advirtió que los acuerdos para el gas a Puno deben realizarse a nivel del Gobierno nacional y no desde las regiones.
Pues además del contrabando están pendientes decisiones que el Gobierno deberá adoptar en los próximos meses.
En esa agenda en primer lugar el Ministerio de Energía y Minas se ha comprometido a informar cuál es la mejor ruta que debe tener el gasoducto del sur, cuyo proyecto inicial quedó frustrado por el incumplimiento del consorcio que lideraba Odebrecht para el cierre financiero de la obra.
La respuesta que se espera debe ir más allá de una ruta, pues debería tenerse claro si se va a asumir el objetivo del pasado de crear un polo petroquímico o tan solo atender con el llamado “gas virtual” a los domicilios. Este es un reclamo, por ejemplo, de Arequipa y de Moquegua, esta última región estrechamente vinculada al actual mandatario.
Además también está pendiente la licitación para la distribución del gas de Camisea en siete regiones del sur incluido Puno.
Por tanto, la pregunta es si el Perú requiere el gas boliviano.
La respuesta debe llevar a que las negociaciones con Bolivia marchen con pausa mientras primero el Gobierno de Vizcarra decide qué hará a futuro con el gas de Camisea.