Liderazgo empresarial en cuestión
La edición 56 de la CADE en Paracas reflejó que el sector empresarial tiene un desafío pendiente: recuperar el liderazgo que se había perdido, en parte, en años anteriores y que se agravó con el caso Lava Jato. Las declaraciones del presidente de Confiep, Roque Benavides, no solo opacaron la iniciativa “Cero Soborno”, lanzada para combatir la corrupción en el sector privado, sino también que mostraron la distancia que separa la percepción que tiene la ciudadanía de los gremios empresariales. Si bien, empresarios como Óscar Espinoza reconocieron responsabilidad en los casos de corrupción, todavía hay un grupo al que le cuesta aceptar.
Solo el 22%, según una encuesta de Ipsos, admite mucha responsabilidad en la crisis política y judicial que se ha vivido este año, pese a que el 71% reconoce que es frecuente que las empresas busquen a algún funcionario conocido para “facilitar o agilizar un trámite”. Es decir, tal como advertimos la semana pasada en esta misma columna, aún no hay suficiente contundencia en el rechazo del sector empresarial a los casos de corrupción.
Este comportamiento plantea la necesidad de que haya un cambio de actitud tanto en los dirigentes de los gremios empresariales como en sus asociados. Dos de los expositores de la reunión en Paracas, la semana pasada, lo señalaron claramente. Uno fue Bernardo Larraín, presidente de la Sofofa de Chile, quien hizo hincapié en que el reto de los empresarios es explicar cuáles son sus intereses y sostuvo que estos deben estar presentes en los medios de comunicación y en las redes sociales a fin de participar en el debate público.
“Si no lo hacemos, no seremos eficaces”, remarcó Larraín. En el Perú, eventos como la CADE en los últimos años ya no reúnen a los líderes empresariales que deberían de estar, tal como puntualizó, acertadamente, Augusto Baertl a Gestión. Es decir, se requiere que haya menos intermediarios –como abogados y agencias de comunicaciones–. Y mayor presencia de los accionistas principales de las empresas en el debate público.
En esa línea, otro expositor, como Felipe Kast, sostuvo que “si (los empresarios) nos escondemos es muy difícil tener una sociedad cohesionada. El rol de los empresarios es dejar de mirar su parcela”. Este cambio se comienza a dar a nivel de los jóvenes, pero que aún no toman las riendas de los gremios. Es de esperarse que más pronto que tarde se dé un cambio generacional en las dirigencias.
El otro desafío es la relación de los empresarios con el Estado, mientras, por un lado, hay un grupo que tiene una actitud transparente en su contacto con los funcionarios, promoviendo propuestas para el debate de políticas públicas, hay otro grupo que todavía se mueve bajo el viejo estilo de lobbies y de las múltiples vinculaciones que pueden establecer muchas veces con integrantes del sector público que anteriormente laboraron en el sector privado. No se trata de prohibir relaciones, sino de que haya la suficiente visibilidad de estas. El otro reto pendiente es incorporar a las regiones y sus empresarios en mayor medida a eventos como la CADE. Pero no solo como invitados, sino también como miembros activos.