El difícil reto de las reformas
Tras el triunfo de las reformas planteadas por el presidente Martín Vizcarra en el referéndum, ahora el Gobierno se prepara a iniciar una nueva fase. Esta vez abordará nuevos temas para la reforma política y tratará de retomar el ritmo de cambios en la economía que desde hace varios años se ha perdido.
Tal como señalamos la semana pasada en Gestión, el mandatario tiene más clara la carta de navegación para las reformas políticas que la ruta para las económicas, como la laboral.
El Ejecutivo ha escogido el camino del Plan Nacional de Competitividad para llevar a cabo sus propuestas.Sin embargo, hasta el momento se corre el riesgo -como ya está sucediendo- que los cambios a la legislación laboral tengan tal protagonismo que otros temas de igual importancia, como el desarrollo de la infraestructura, la innovación y el impulso a la tecnología pasen a un segundo plano. Más aún cuando el consenso con el cual se pretende llevar a cabo la reforma laboral puede terminar como el síndrome del acuerdo nacional: muchas fotos de los participantes, lugares comunes y pocas acciones concretas.
En su discurso a la nación el pasado miércoles, Vizcarra pareciera que considera que un plan de reformas y de mejora de la economía está vinculado principalmente a la inversión pública -similar concepto lo tiene el presidente del Consejo de Ministros-, sin tener en cuenta que esta no llega a representar ni el 25% del total de la inversión, y más cuando siendo una economía social de mercado corresponde a la inversión privada el rol principal.
El otro tema a considerar es la falta de una estrategia -por lo menos hasta ahora- de comunicación tanto para presentar las propuestas del Gobierno como para ordenar el debate. Por ejemplo, el tratamiento de las vacaciones no fue lo suficientemente claro tanto en las declaraciones brindadas por el premier César Villanueva como por el ministro de Economía, lo cual obligó en ambos casos a reiterar en más de una ocasión que no se iba a recortar ese derecho, aunque dejaron sembrada la duda en aquellos que consideran que no es necesario realizar cambios a la legislación laboral o que con una mejor fiscalización se puede lograr una mayor formalización.
Justamente, tanto la reforma laboral como el tema de la informalidad son un punto que merece una mejor explicación del Gobierno, si es que se quiere llegar a un consenso, pues las partes que participan en el debate manejan dos conceptos diferentes.Combatir la informalidad es algo más que cambiar la legislación laboral, ya que requiere también medidas de otra índole como las tributarias, los trámites etc. Ya en el Gobierno de Kuczynski por no enfocarse adecuadamente no se lograron los resultados esperados.
Plantear el consenso ayuda a presentar los temas para el debate, pero el presidente Vizcarra debe tener en cuenta que la responsabilidad final le corresponde a su Gobierno.
Tres meses es el plazo que ha puesto el mandatario para contar con un plan de competitividad, cuyos lineamientos elaborados por el Gobierno fueron aprobados por todos los ministros -a decir de Carlos Oliva-, pero hasta el momento no se conocen oficialmente. Sería bueno empezar por difundirlos para tener un documento base en el debate.