Sinsabores en el corto plazo
El crecimiento de la economía mostrará este año un mejor resultado que en el 2017 y hay consenso en que será cercano al 4%. Sin embargo, en las últimas semanas se registran algunos sinsabores que pueden ocasionar que para inicios del próximo año las expectativas no sean necesariamente las mismas que se tuvieron durante el primer semestre.
El desempeño del PBI en junio fue una señal de que el tercer trimestre no sería tan auspicioso como lo sucedido entre abril y junio. Macroconsult estima que la economía se desaceleraría, alcanzando una expansión de 3.3%, menor al 5.4% registrado en el segundo trimestre. El avance de julio en los sectores primarios muestra caídas en las actividades de la pesquería, de la minería e hidrocarburos. El único indicador alentador es que el consumo interno de cemento haya revertido el descenso de junio.
Estas cifras guardan correlación con el menor incremento de la recaudación del IGV interno y se refleja también en la confianza del consumidor, tal como muestra la última encuesta nacional urbano-rural de agosto de GfK a nivel nacional. El optimismo se redujo por cuarto mes consecutivo y en todas las regiones del país prevalece el pesimismo. Aunque ha dejado de aumentar la percepción negativa de aquellos peruanos que consideraban que el crecimiento estaba frenado, todavía el 45% cree que la expansión es lenta.
A lo anterior se suma el desalentador desempeño de la inversión pública, principalmente a nivel de los ministerios y gobiernos regionales. Si bien se sabía que la comparación estadística iba a tener impacto en los indicadores del tercer trimestre, no deja de preocupar que la ejecución de las obras públicas siga lenta y en especial de la reconstrucción en el norte, pese a todos los esfuerzos y cambios en la legislación para agilizarla.
En ese estado de las expectativas de corto plazo, se agrega el ruido político, que subió de decibeles en los últimos diez días a raíz de que renació el enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el Congreso, principalmente por la reacción de la lideresa de Fuerza Popular, tras el mensaje del 28 de julio del presidente Vizcarra.
Indudablemente que la lucha contra la corrupción es un bien superior, pues un crecimiento sobre la base de una institucionalidad casi inexistente y corrupta no augura ninguna sostenibilidad. Si se quiere que el país supere la trampa de crecimiento bajo, son necesarias reformas estructurales ambiciosas, en las que el tema institucional es el factor A1.
Sin embargo, lo anterior no es óbice para consolidar la recuperación de la economía en el corto plazo, más aún cuando el Consejo Fiscal en su opinión sobre el reciente Marco Macroeconómico Multianual deja en claro las dudas sobre los factores reales que pueden llevar a un crecimiento al 5% y, por consiguiente, a mayores ingresos fiscales.
Revertir el pesimismo de los consumidores requiere la misma audacia que el Gobierno de Vizcarra muestra para las reformas judicial y política. Y para ello se necesita que el MEF y cuatro ministerios involucrados a la economía empujen también al Gobierno a más reformas.