Ojo, pare, cruce, tren
El pasado jueves, el presidente Martín Vizcarra cumplió dos meses en el sillón de Pizarro y recién la próxima semana su Gabinete alcanzará sus primeros 60 días, ya que juramentaron el 2 de abril.
Desde entonces, la evolución de la popularidad de Vizcarra ha ido descendiendo, sin ser dramática, tal como lo muestra, por ejemplo, la última encuesta de GfK. Pero lo más importante es que se ha generado una percepción de que la administración de Vizcarra y sus ministros es débil y por tanto terminan cediendo a varios reclamos que se dan en el país.
Desde un inicio se le demandó al nuevo Gobierno que fuera más ambicioso en sus objetivos, pero también en ese entonces advertimos que el Gabinete Villanueva era débil. No tanto por la idoneidad de sus miembros, sino, principalmente, porque no maneja adecuadamente las presiones de todo tipo que recibe el Poder Ejecutivo.
El propio presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, ha señalado que mantendrán el tono de consenso y no de confrontación con nadie. Si bien es loable que se busque el diálogo para superar las desavenencias, las bancadas de oposición, incluido el propio “oficialismo” del grupo de PpK, hasta algunas voces de Fuerza Popular, cada vez suben más el tono de las críticas. Unos más que otros.
Simultáneamente, el Gabinete Villanueva adoptó decisiones, por decir lo menos, controversiales, como fueron las marchas y contramarchas en el caso de los peajes a carreteras, la derogación de los decretos que autorizaban la firma de contratos petroleros con Tullow en el mar del norte e injerencia en las decisiones de OTASS sobre el alza de las tarifas de agua en Moquegua.
A lo anterior hay que agregar que han surgido ciertas fisuras en la línea de acción del Gabinete. Por más que el ministro de Economía haya restado importancia a las llamadas de atención de César Villanueva y el propio presidente Vizcarra sobre la política del Impuesto a la Renta a las personas, el hecho es que sucedió. Como también sucedió que haya dos puntos de vista al interior del Gabinete sobre la prórroga de la ley de promoción agraria, que ha favorecido principalmente al boom de la agroexportación.
Villanueva pidió el pasado 6 de abril que lo dejaran trabajar por lo menos 100 días. “Si luego ven que estamos dominados por el fujimorismo opinen todo lo que quieran”, y es que esa es otra de las percepciones que de parte de la oposición se da.
Al presidente Vizcarra le pareció que 100 días era poco tiempo y el 6 de mayo dijo que “por lo menos dennos seis meses para que se comience a notar el cambio de ritmo de trabajo”.
El Poder Ejecutivo todavía está a tiempo de mejorar la coordinación, fijarse con mayor claridad sus objetivos y defenderlos, pese a que originen tirria a la oposición, principalmente de Fuerza Popular.
Vizcarra todavía cuenta con cierta expectativa favorable de la población, aunque para ello haya tenido que sacrificar a Villanueva al convertirlo en el único vocero del Gobierno.
Los primeros 100 días son vitales para Vizcarra, a fin de que logre afianzar sus objetivos en la población. No todo es viajar a las regiones y distribuir recursos.