A no perder el foco en la inversión privada
El viernes pasado, se inició la era del presidente Martín Vizcarra, tras la renuncia de su antecesor Pedro Pablo Kuczynski, envuelto en conflicto de intereses y escándalos de corrupción.
En su corto y preciso discurso ante el Congreso, el nuevo mandatario puso entre sus prioridades el fomento a la inversión privada. Es importante hacer hincapié en este compromiso, pues luego de catorce trimestres a la baja recién en el segundo trimestre del 2016 la inversión privada comenzó a recuperarse. Aun así, el reto sigue siendo cuesta arriba.
El Banco Central de Reserva acaba de reducir su proyección de crecimiento de la inversión privada de 6.5% a 5.5% para el año, debido al deterioro de las expectativas empresariales que han sufrido durante el verano. En lo que resta del año, ProInversión tiene prevista la adjudicación de proyectos que significan US$ 2,435 millones de compromisos de inversión.
Asimismo, se espera que empiecen las obras de varios proyectos mineros y que en julio próximo Anglo American otorgue luz verde al inicio del proyecto cuprífero de Quellaveco, que significa cerca de US$ 5,500 millones y que es una iniciativa que el actual mandatario logró viabilizar cuando dirigió la región Moquegua, es decir, tiene un alto contenido simbólico. Sin inversión no podremos recuperar el crecimiento potencial que teníamos años atrás y que ahora ha descendido a 3.5%.
Para los próximos dos años hay anuncios para realizar 165 proyectos que suman inversiones por US$ 18,281 millones. Para que esos números se hagan realidad el nuevo Gobierno tendrá que abocarse firmemente a ese objetivo. Pero tarea también le corresponde al Congreso, ya que más de una iniciativa legislativa, por su carácter populista, puede frustrar alguno de los proyectos en cartera.
En esa línea, es necesaria una relación entre el Ejecutivo y el Parlamento, vinculación que casi no existió durante los 601 días que estuvo al mando Pedro Pablo Kuczynski. Varios son los factores que frenan las iniciativas privadas, desde los sempiternos trámites burocráticos hasta la falta de una clara política económica y sectorial.
Si bien en los últimos meses Claudia Cooper en el MEF corrigió algunos sesgos y tenía en sus planes avanzar en otros, su esfuerzo no era necesariamente compartido por todos los ministerios y muchas veces tampoco por las diferentes comisiones del Congreso.
Las inversiones requieren certidumbre, que está vinculada a estabilidad en las reglas de juego, ya sea a nivel de políticas tributaria y laboral como de regulación sectorial. Para ello, se necesita saber qué hacer y liderazgo en el Ministerio de Economía.
El MEF tiene que recuperar progresivamente parte del peso que tenía en el pasado, no para avasallar a otros ministerios -como a veces ha sucedido- sino para fijar el rumbo y así propiciar la inversión. Por eso será clave la designación de la persona que ocupará el despacho del jirón Junín. Basta ya de improvisar.