Aún estamos a tiempo
La última encuesta de Pulso Perú refleja un aumento de diez puntos en abril de la aprobación del presidente Pedro Pablo Kuczynski, pero también da cuenta de que se incrementa en diez puntos la percepción de los peruanos de que la economía no se está recuperando.
Sería un error atribuir todo al impacto de El Niño costero y el caso Odebrecht. Más aún cuando el INEI ha dado a conocer que en febrero la expansión de la economía sufrió una fuerte desaceleración, y no solo a nivel de la minería sino también en actividades como el comercio y los servicios.
Indudablemente, el fenómeno climático es un factor a tomar en cuenta, pero su real repercusión se apreciará principalmente en marzo y abril cuando recién se conozcan los resultados del PBI de dichos meses. Esto ocurrirá el 15 de mayo y el 15 de junio, respectivamente. Para entonces, el debate económico estará centrado en la reconstrucción y el efecto que tendrán las medidas que esta semana dará a conocer el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, ante el Congreso.
Los planes de rehabilitación y reconstrucción, sin duda, serán un alivio y tendrán un efecto positivo en la economía, pero pueden ser insuficientes para recuperar el dinamismo, y sobre todo para ver con optimismo una clara recuperación hacia el 2021.
No es casual que la encuesta de Pulso Perú revele que el 73% de los peruanos tiene poca o ninguna esperanza de que el Perú estará mejor que ahora cuando finalice el Gobierno de PPK. Y este no es un resultado solo de abril, pues ya desde diciembre hay esa tendencia. A lo anterior hay que agregar los magros resultados de la recaudación tributaria, que en el caso del IGV interno de marzo reflejan que en varias actividades económicas la evolución de las ventas tienen una tendencia a la baja.
Como decíamos hace una semana, no se vislumbra que con la reforma tributaria se pueda revertir esa tendencia. Como tampoco se vislumbra que el plan de reconstrucción sea suficiente para alcanzar este año un crecimiento de 3%, en momentos en que las proyecciones apuntan a una expansión del PBI más cercana al 2%.
Sin embargo, no es tarde para realizar algunos ajustes a los planes que tenía el Gobierno antes del impacto de la corrupción por el caso Lava Jato y luego por El Niño costero. El entorno internacional muestra signos favorables para este año, sobre todo en la cotización de metales como el oro, el cobre y el zinc. Todo lo cual ya se está reflejando en la tendencia positiva de la balanza comercial. Asimismo, puede tener impacto en revivir proyectos mineros que han estado en compás de espera como es el caso del yacimiento de Quellaveco.
Pero además, se necesita replantear la estrategia pues no bastará con la formalización y el impulso a las mypes para generar motores de crecimiento alternativos a los sectores primarios tradicionales. Replantear la estrategia que se tenía al inicio del Gobierno significa dejar de lado algunos aspectos de la reforma tributaria, incluir otros y retomar el interés por la diversificación productiva. Reformas en el sistema de pensiones y en la legislación laboral no deben abandonarse, pero ya no con un soporte de subsidio estatal que quizás estaba en los planes iniciales.