Para que el vaso no quede vacío
Días atrás, una alta autoridad económica antes de empezar una presentación sobre la situación del país mencionó que se le había solicitado ser optimista, a lo que en tono sarcástico comentó: “voy a ser breve”. Esta anécdota refleja el estado de ánimo que empieza a adueñarse tanto de los empresarios como de los consumidores.
La última Encuesta de Expectativas Macroeconómicas del BCR da cuenta de que mes a mes continúa disminuyendo el optimismo empresarial, aunque todavía se mantiene en el tramo optimista. Lo mismo ya no sucede en el caso de los consumidores, pues el reciente índice de confianza del consumidor a nivel nacional de GfK refleja que el pesimismo ya está prevaleciendo en casi todos los estratos socioeconómicos y regiones del país.
Mientras tanto, no hay señales de que la inversión privada haya revertido su tendencia decreciente que se registra desde hace tres años y la inversión pública luego de un comienzo auspicioso en enero, en febrero tuvo una caída de 24%, habiendo ocurrido el principal retroceso en la ejecución que está a cargo de los ministerios y de los gobiernos regionales.
Bajo ese panorama, el Gobierno pareció darse cuenta el 14 de febrero de que era necesario aprobar medidas adicionales para que las expectativas de crecimiento no sigan decayendo y así anunció que estaba preparando un shock de inversión pública, un programa masivo de viviendas y medidas para la expansión del crédito. Sin embargo, desde entonces, el anuncio no se ha concretado, aunque el Banco Central de Reserva ha tomado la iniciativa y reducido las tasas de encaje ante la desaceleración de la economía, que también se da en el financiamiento, por ejemplo, en el menor uso de las tarjetas de crédito.
¿Todo está perdido? No. Hace dos semanas, en esta misma columna señalamos que abril podría darse un punto de inflexión, pero parece que el Gobierno le falta una clara carta de navegación no solo para enfrentar el impacto de la corrupción a raíz del caso Odebrecht, sino también que ha perdido los reflejos para responder en el ámbito de la política económica pese a que en el Poder Ejecutivo hay siete economistas, incluyendo al propio presidente Pedro Pablo Kuczynski.
Aún así, la última encuesta de Pulso Perú revela que un 68% de los peruanos tiene esperanza de que puede tener impacto positivo medidas para impulsar la inversión pública, mientras que un 69% es optimista de la repercusión que puede haber si se lanza un programa masivo de viviendas; y un 57% tiene esperanzas en los resultados que puedan darse si se adoptan acciones a favor de la expansión crediticia.
Aunque el 62% de los peruanos cree que el PBI no crecerá más que en el 2016, el riesgo que no se adopten medidas es que el deterioro de las expectativas continúe y se pueda terminar el año con una expansión por debajo del 3%.
Para poder seguir viendo el vaso medio lleno sobre el futuro de la economía es necesario tanto medidas de política económica y sectorial acompañadas de acciones políticas.