Peligroso descenso
La semana que pasó culminó con una nueva derrota para el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, ya que el ministro de Educación quedó a punto de la censura, y todo indica que el desenlace obligará a un nuevo ajuste en el Gabinete ministerial en apenas cuatro meses de mandato presidencial.
Mientras tanto, al ruido político se suma la cada vez más evidente falta de cohesión al interior del Ejecutivo, la debilidad de la bancada oficialista y la actitud beligerante de la oposición en el Congreso, principalmente del fujimorismo. Todo ello comienza a impactar en el ánimo de los empresarios y de los consumidores.
Por ejemplo, luego de una rápida mejora en la confianza entre mayo y julio, el optimismo de los consumidores se ha desvanecido tanto en Lima, según señala Apoyo Consultoría, como en provincias, según GfK, a tal punto que salvo en el estrato C, en el resto de niveles socioeconómicos ha vuelto a aflorar el pesimismo.
Este devenir se registra, de igual manera, en el caso de las expectativas empresariales. Mayo fue el último mes en el que el optimismo de los empresarios tuvo una caída, según la encuesta que elabora mensualmente el Banco Central de Reserva. A partir de junio se registró una recuperación, aunque desde octubre hay una disminución en el entusiasmo de los empresarios. No obstante, todavía los índices de confianza se ubican en el tramo optimista.
El Gobierno pareciera que en las últimas tres semanas, luego de la Cumbre de APEC, ha perdido el rumbo y el manejo de la agenda. Las últimas medidas económicas aprobadas al amparo de las facultades legislativas otorgadas por el Congreso han pasado a segundo lugar, primero por la renuncia del ministro de Defensa y luego por el proceso de interpelación al ministro de Educación.
Si el Ejecutivo no reacciona, la recuperación de la economía se pondrá cuesta arriba, pues no se podrá revertir la caída de la inversión privada, uno de los motores fundamentales para alcanzar un crecimiento económico mayor al 4% el próximo año. Si las expectativas, que aún son altas, no se reflejan en decisiones de inversión, se alejará la posibilidad de una reactivación de las actividades vinculadas a la demanda interna.
Pero también le cabe una responsabilidad al Congreso. Si bien ningún funcionario público, y menos un ministro de Estado, puede ser intocable, la forma como se ha llevado la interpelación, como señalamos en nuestro editorial la semana pasada, revela la gravedad de la crisis de las instituciones en el país. La encuesta de Ipsos publicada ayer da cuenta de que ha sido un juego de suma cero, pues la popularidad ha bajado para el mandatario, para la presidenta del Congreso y para Keiko Fujimori.
Es momento de que la administración Kuczynski deje de moverse entre los dos extremos de la política peruana: los fujimoristas y los antifujimoristas. Para ello, se requiere estrategia, un Gabinete cohesionado y una bancada que realmente blinde al Ejecutivo, aunque solo sean 17 sus integrantes. Perder a un ministro puede ser el punto de inflexión para que el Gobierno enmiende errores.