Reforma laboral: quién le pone el cascabel al gato
En todo proceso electoral siempre encontramos temas tabú. El actual tiene nombre y apellido: reforma laboral. Todos y cada uno de los candidatos que participan en los comicios han tratado de esquivar el tema, no solo por su sensibilidad, sino porque no tienen respuesta clara de cómo afrontarlo. Y se trata de un factor crucial, dado que el Perú se encuentra en el puesto ocho entre los países con mayor rigidez de legislación laboral en el mundo.
Una revisión de los diversos planes de gobierno presentados en estas elecciones muestra que la reforma laboral no forma parte de la agenda esencial de los candidatos. Las declaraciones de Gonzalo Aguirre, fundador y candidato al Congreso de Todos por el Perú a Gestión, revelan con nitidez que por más rostros nuevos que se pretendan promover, todavía permanecen las viejas ideas y formas de hacer política. Es así que el candidato de dicha agrupación, Julio Guzmán, no solo le enmendó la plana a Aguirre, sino que dio una explicación para dejar contenta a las tribunas, sin asumir una posición de liderazgo y de propuestas. Y es que plantear como solución principal que se sienten en la mesa empresarios y empleadores trae a colación el rol ineficaz del Consejo Nacional del Trabajo (CNT). Es decir, es como patear la pelota al córner en un partido de fútbol. Por cierto, las propuestas de otros candidatos, como Keiko Fujimori o Alan García, sobre el tema también brillan por su ausencia.
El CNT tiene su partida de nacimiento en el segundo gobierno de Belaunde y fue promovido por el entonces titular de Trabajo, Alfonso Grados Bertorini, aunque su actual estructura data del 5 de abril de 1990.
Actualmente lo conforman siete representantes de los trabajadores, diez de los empresarios y uno del Gobierno. También forman parte seis miembros de otras organizaciones, con derecho a voz, pero sin derecho a voto.
Se ha convertido en un foro para reuniones, pero sin adoptar decisiones trascendentales. La última vez que hubo un consenso importante en el CNT fue hace más de diez años cuando aprobó la ley de modalidades formativas laborales.
El resto de normas no ha pasado por el consejo. Incluso no se ha tomado en cuenta su opinión las veces en que se ha aprobado el incremento de la remuneración mínima vital.
Y es que adoptar una política laboral implica asumir costos políticos, necesarios para realizar cambios en la economía peruana. No se trata de centrar la reforma en solo recortes de derechos, sino pensar en cómo trabajadores informales que ahora no tienen nada puedan tener acceso a los mismos.
Y esta tarea, tal como dijimos líneas arriba, requiere liderazgo y coraje, clara comunicación (para no repetir la torpe forma como el actual Gobierno manejó la ley de empleo juvenil). Mientras tanto, seguiremos discutiendo de plagios y apodos entre los candidatos.