El Congreso en su hora decisiva
Decir que el Parlamento es una de las instituciones más cuestionadas no es noticia, el problema es que pasan los años y no logra revertir esa percepción. Desde el comportamiento de sus integrantes hasta el dispendio de recursos, son algunas de las características que lo han desprestigiado.
Sin embargo, en esta legislatura, como nunca, los congresistas pueden reivindicar su rol o seguir cuesta abajo con la institución para la cual fueron elegidos.
Investigaciones que nunca terminan o que se inician por venganzas políticas, parlamentarios procesados que evitan responder a la justicia al amparo de la inmunidad, proyectos populistas y mercantilistas que se deslizan entre las carpetas de los congresistas, apropiación de un porcentaje de los sueldos de sus asesores por parte de algunos parlamentarios, el plagio de varios proyectos y el uso del erario nacional en beneficio de actividad partidaria ocupan buena parte de las noticias que emanan de este poder del Estado. Lamentablemente, son pocos los casos en que las decisiones adoptadas han tenido el aplauso del país.
Hoy que hay un proceso electoral en marcha, en un escenario con tasas de crecimiento bajas, que son una de las más bajas de los últimos años, y cuando la incertidumbre de la economía mundial agobia, el Congreso se encuentra muy alejado de las tareas que debe asumir.
Y esto no solo tiene que ver con la decisión adoptada la semana pasada para que Petroperú pueda asumir el lote 192, sino con los diversos proyectos que probablemente hasta el 15 de diciembre formarán parte de la agenda. Sobre todo cuando más de uno, en caso de aprobarse, puede constituirse en una pesada herencia para el próximo Gobierno, deteriorando más la confianza de los inversionistas y también de los consumidores.
Iniciativas legislativas como elevar la tasa de participación a 10% de los trabajadores en las utilidades para todos los sectores, incluyendo aquellos de empresas de tercerización o el intento de restituir la franja de precios para la leche, maíz y azúcar, son una muestra de por qué preocupa el trabajo de los legisladores.
La preocupación aumenta si es que consideramos que las principales fuerzas políticas que hoy poseen el control del Congreso tienen una actitud zigzagueante, tal como remarcamos en nuestro editorial de hoy. Es decir, el recinto parlamentario se ha convertido en otro campo de batalla de la campaña electoral.
El Legislativo es una institución que merece toda la atención porque es uno de los pilares de la democracia. Por eso, es que en los últimos meses desde la sociedad civil se ha exigido que se proceda a la aprobación de diversos proyectos que apuntan a una reforma política para la votación y elección de sus integrantes y de los partidos que lo conforman. Pero si bien algunas voces en su interior han acogido las iniciativas, la mayor parte muestra desidia o, lo que es peor, prefiere mantener el statu quo, porque así favorece a sus intereses.
No hay que ser ingenuos y pensar que habrá un vuelco total, pero sí confiar en que un grupo de parlamentarios pueda realizar la reforma política que se requiere para que cambie en el futuro el Congreso y recobre el prestigio que tuvo décadas atrás.