Una pausa, que no sea un retroceso
Tal como adelantaba Gestión el último viernes en portada, finalmente prevaleció la decisión de establecer una pausa para el inicio del proyecto Tía María. Sin embargo, al igual que en el caso de Conga, hay el riesgo de que todo quede paralizado hasta el fin del Gobierno del presidente Ollanta Humala.
Que la pausa permita convencer a los que están en contra de la iniciativa de Southern y despertar un interés de los que se encuentran indiferentes será una tarea que requerirá no solo del concurso del Gobierno, de la empresa, sino también de la participación de la sociedad civil.
La última encuesta de Ipsos Perú revela que ha crecido el número de peruanos que están enterados del problema, pero también aumentó el porcentaje de aquellos que rechazan el proyecto. Si se quiere que el proceso de diálogo sea fructífero es importante reconocer que la mayoría de los peruanos que tiene conocimiento del tema no está a favor de Tía María. De lo contrario, tal como decíamos en nuestra columna editorial del pasado viernes, seguiremos entrampados en las posiciones extremistas: tanto de aquellos que niegan a rajatabla cualquier posibilidad para llevar adelante el proyecto, como de los que creen que solo la minería salvará al Perú.
Además, no ha sido conveniente fijar un plazo de dos meses, porque el proceso, debido al conflicto que aún se vive, puede tomar más tiempo. Es por eso que la ministra de Energía y Minas habla ya de que el diálogo se puede extender más allá de los 60 días que mencionó el presidente de Southern.
Asimismo, se requerirá que los partidos políticos y sobre todo que los candidatos presidenciales fijen posiciones claras sobre el tema, ya que este formará parte del debate electoral, quiérase o no. Más de un líder político se pronunció por la suspensión del proyecto. Ahora, a ellos mismos les toca explicar cómo se pueden sacar adelante las iniciativas mineras, siempre y cuando consideren que las mismas aportan al crecimiento y desarrollo del país.
Por su parte, la empresa tiene que cambiar su estrategia de comunicaciones, que quizás implique reemplazar hasta a los voceros. Rostros nuevos pueden ayudar a restablecer el diálogo.
Como ya se ha dicho, lo que está en juego no solo es una inversión de US$ 1,400 millones, sino la posibilidad de que otros proyectos se puedan llevar a cabo. Basta recordar que durante la administración Humala casi no se ha iniciado ningún iniciativa ‘greenfield’. Cada vez que ProInversión o Promperú muestran la cartera de inversiones en el exterior, que tiene el Perú, los proyectos casi son los mismos en el caso de la minería.
Por eso, es importante que los candidatos que aspiran a ocupar el sillón de Pizarro expresen claramente, no solo la voluntad de llevar a cabo los proyectos, sino también la estrategia que permita que sean viables. Que la pausa fijada no signifique replicar el andar del cangrejo.