Proyecto de Tía María: ¿Un comercial y regreso?
El proyecto Conga en Cajamarca se convirtió desde inicios del Gobierno del presidente Humala en premonitorio de lo que sería su labor desde entonces. Un conjunto de marchas y contramarchas, falta de convencimiento para apoyar a la inversión privada y enfrentar eficazmente los conflictos sociales. El proyecto de Tía María refleja que nada se aprendió.
Es indudable que solo el uso de la fuerza no es suficiente para enfrentar este problema, más aún cuando es el segundo intento que se lleva a cabo para impulsar esta iniciativa minera en Arequipa.
Tampoco la empresa Southern puede pasar como simple espectadora, dejando la percepción de que ahora solo es una tarea que le corresponde al Gobierno, asumiendo este último los pasivos de lo que significan los enfrentamientos con la población civil y la secuela que deja a su paso.
La compañía ha tenido una actuación, por decir lo menos, poco feliz. Basta recordar el anuncio que se hizo semanas atrás cuando se dio a conocer que se retiraba del proyecto. Las posteriores explicaciones no resultaron convincentes. A ello hay que agregar que mantiene un silencio frente al presunto acto de corrupción, en el que está envuelto el dirigente antimimero Pepe Julio Gutiérrez.
El hecho es grave, al punto tal de que la propia ministra de Energía y Minas, Rosa María Ortiz, ha decidido romper el diálogo con Southern, hasta que se aclare el último incidente. Lo cual también es respaldado por el ministro del Interior, José Luis Pérez Guadalupe, quien considera que hay razón para que los arequipeños sospechen de la empresa por su comportamiento en el pasado.
Por supuesto que la acción de un sector que está en contra de Tía María merece la reprobación, tanto por su conducta violenta como por los audios de presuntos actos de corrupción. Es una de las pocas veces en que se registran pruebas que merecen una investigación inmediata y profunda. Ya es momento de que la Agencia Peruana de Cooperación Internacional o de los organismos públicos que correspondan realicen una verdadera fiscalización del financiamiento a las ONG.
No se trata de realizar una cacería de brujas, pues hay organizaciones no gubernamentales que desarrollan su labor sin sospechas, pero sobre otras hay dudas.
Aunque el Gobierno ha decidido que las Fuerzas Armadas intervengan en apoyo a la Policía, la situación del proyecto todavía se encuentra en una fase difícil. Es impensable considerar que tendría que haber miles de policías y miembros del Ejército durante casi tres años para que el proyecto se construya. Se va a necesitar algo más que el uso de la fuerza para sacar adelante Tía María. Aunque no sería sorprendente que el Gobierno después pierda interés en la iniciativa tal como sucedió en Conga.