Corrigiendo un entuerto
El pasado 2 de marzo, el presidente de la República, Ollanta Humala, en conferencia con la prensa extranjera, dio un viraje a las intenciones que tenía el anterior ministro de Energía y Minas (Minem), Eleodoro Mayorga, con Petroperú.
Así, el mandatario estableció que la petrolera estatal tenía ahora como prioridad concentrarse en la modernización de la refinería de Talara y fortalecer a la compañía para que se ponga en venta hasta el 49% de sus acciones en la Bolsa de Valores.
Esta línea de acción ha sido confirmada por la nueva titular del Minem, Rosa Ortiz, al descartar en la práctica la posibilidad de que participe como socia con el 25% en la explotación de los lotes III y IV en Piura. Ya anteriormente había sido descartado de que asuma el lote 192, en Loreto, y que Pluspetrol dejará en agosto.
Esta decisión no es poca cosa porque en los lotes de Piura deberán realizarse perforaciones en más de 500 pozos en desarrollo. Y aunque, por ahora, Petroperú no iba a asumir los riesgos, tarde o temprano iba a terminar realizando aportes de capital.
De esta manera, se espera que se cierre el círculo de lo que ha sido el intento de que retorne al negocio del upstream, que de una forma u otra, estuvo presente en los tres primeros años de la administración Humala.
Por supuesto que no se cierra totalmente la posibilidad de que pueda volver a la exploración y explotación de hidrocarburos, pero por ahora han funcionado los candados que el Ministerio de Economía puso para aceptar que se lleve a cabo el proyecto de modernización de la refinería de Talara.
En Piura, una parte importante de la sociedad civil, incluido el propio gobierno regional, se muestra favorable a que la petrolera recupere el rol que tuvo en el pasado.
En el 2014 tuvo una pérdida neta de S/. 113 millones, debido principalmente a la caída de los precios del crudo, que afectaron la valorización de sus inventarios. Esto último repercutió en la demora que tuvo la empresa en reducir los precios de los combustibles cuando la cotización del crudo caía con fuerza en el mercado mundial. Al punto tal, que el propio presidente del Banco Central tuvo que expresar públicamente su preocupación, porque incidía negativamente en la inflación.
Es indudable que la forma como opera actualmente no es la mejor. No basta decir que un buen número de firmas petroleras extranjeras que están en el Perú son estatales.
Hay casos que no se deben imitar como lo estamos viendo con Petrobras, que en los últimos tres años antes de que se develara la corrupción fue presentada como un ejemplo que Petroperú debía seguir.
El proceso de privatización se truncó en la década de los 90 y hay que reconocer que al final quedó como una compañía de refinación. También es justo admitir el impacto desfavorable que ha tenido la continuidad de los gastos por IGV no recuperado en la Amazonía, debido a la exoneración vigente.
Por eso, queda ahora abrir el debate para decidir cuál debe ser el futuro de la empresa. Las próximas elecciones presidenciales son una buena oportunidad para discutir propuestas. Debe ser tarea de los candidatos explicar con claridad qué se debe hacer con Petroperú.