La politización de los programas sociales
En la última campaña de las elecciones para renovar las presidencias de los gobiernos regionales, una de las propagandas que se escuchaba más en provincias que en Lima era la que advertía a los pobladores que nadie les debía quitar los beneficios de los programas sociales.
La semana pasada, el propio presidente Ollanta Humala volvió con el mismo tema hasta en tres oportunidades. Pero el fin de semana fue más allá y dijo que “ahora que se viene la campaña electoral quiero escuchar a los candidatos si van a mantener o van a quitar los programas sociales porque eso no lo vamos a permitir; los programas que hemos entregado para el pueblo ya se quedaron para el pueblo”. Es decir, ya se politizaron de manera abierta los programas sociales. Como bien lo recuerda cada vez que puede, las niñas de sus ojos son Pensión 65, Qali Warma y Beca 18.
Indudablemente algunos de ellos, creaciones de este gobierno, tienen un potencial importante, como es el caso de Beca 18. Pero otros, como Qali Warma, han estado sujetos a problemas, por más que sus defensores los hayan minimizado.
Así como devolver el rol que tenía Petroperú en el pasado ha sido la quimera que desde el inicio de su Gobierno ha perseguido al mandatario, también lo han sido los programas sociales, al punto tal que se creó un ministerio para ese fin. Lo que el presidente no valora adecuadamente es que más importante resulta mantener el crecimiento e impulsar el desarrollo, ya que su impacto sobre la disminución de la pobreza es mayor, tal como lo demuestran diversos estudios. Claro está, que los programas sociales brindan aplausos y rédito político inmediato, sobre todo en provincias, pero no aseguran sostenibilidad en la eliminación de la pobreza, lo cual sí se puede lograr con una economía en crecimiento, y mejor aún si se acompaña con el desarrollo.
El riesgo de politizar estos programas es que el paternalismo se vuelve una política de Estado y con ello se distorsionan las políticas públicas, tal como sucedió con el programa del Vaso de Leche. Es por eso que desde hace más de cinco años preguntamos en Gestión cuántos han sido los graduados del programa Juntos, creado durante el Gobierno de Alejandro Toledo. La respuesta hasta ahora es que han sido muy pocos y que su cobertura aumenta cada año.
Es momento, pues, para plantear que la próxima campaña electoral sirva para evaluar la eficacia del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social y los programas que administra, pese a que el presidente Humala preferiría que no se debata este tema, pues da por hecho que son intocables.