Momento de persuadir
Las reformas en tiempos de democracia en el Perú no han tenido un camino fácil. Un ejemplo de ello es la ley de empleo juvenil aprobada por la mayoría de las bancadas del Congreso, que ahora pretenden dar marcha atrás. Como antecedentes al caso que hoy se debate está el cierre de la cédula viva y la aprobación del tratado de libre comercio con los Estados Unidos, que tuvieron fuertes resistencias, llegando incluso al Tribunal Constitucional, y los frutos de ambas medidas son una demostración de que es posible realizar reformas y aprobar medidas en democracia y persuadiendo.
Es lamentable que líderes de partidos políticos que han sido gobierno en el pasado no mantengan sus opiniones y que, más bien, estas estén sujetas a la conveniencia del voto para las elecciones presidenciales del 2016. En todo caso, es una lección para la ciudadanía de lo que podrían hacer los políticos que han tenido una actitud de marchas y contramarchas (como Pedro Pablo Kuczynski, Alan García y la bancada fujimorista), si ganaran los próximos comicios.
También es lamentable que dirigentes sindicales continúen con el mismo libreto de hace 50 años, sin reconocer los avances ocurridos en los últimos 25, incluido el crecimiento del empleo con todos sus beneficios. En cambio, se insiste en levantar como bandera el mito de que antes de la década de los 90 todos gozaban de esos beneficios, lo cual era cierto pero solo en el papel.
Y es que para esos dirigentes que viven mirando siempre el espejo retrovisor no existe la caída del Muro de Berlín ni tampoco les genera una reflexión la decisión que la semana pasada adoptaron Estados Unidos y Cuba para restablecer sus relaciones, en un acto de pragmatismo
Asimismo, es lamentable que una vez más la administración Humala haya fracasado en tener una comunicación adecuada para promover una reforma, que por más tímida que sea en las expectativas de sus resultados, es un paso adelante en avanzar en la flexibilización laboral, que no solo genera más trabajo sino también otorga derechos a los que nunca los han tenido. Aunque sus detractores digan todo lo contrario.
Lo peor que ahora puede suceder es que se retroceda, pues ahondará en la debilidad del Gobierno y, como bien advierte el ministro de Economía, las presiones políticas se volverán pan de cada día y la incertidumbre con que termina este año podría repetirse en el próximo.
Por tanto, seguiremos en los próximos años con crecimientos mediocres y atrapados en lo que se conoce como la trampa de los ingresos medios, sin avanzar en reformas económicas claves.
Por eso es importante que el actual Gobierno y los próximos comuniquen mejor. Hay que recordar que las administraciones anteriores tampoco eran muy felices en promover sus políticas, salvo algunas excepciones.
Una comunicación mejor exige tener dirigentes políticos y técnicos que persuadan. Asimismo, gremios empresariales que estén dispuestos a dar la pelea y no teman luchar por sus propuestas. Hay que desterrar esa idea de que la economía y la política marchan por cuerdas separadas.