Riesgos que no se disipan
A inicios del mes pasado en esta columna remarcamos la necesidad de no descuidar el avance de los proyectos de inversión, principalmente de aquellos vinculados a la Línea 2 del Metro de Lima, a las obras del gasoducto del sur, a la modernización de la refinería de Talara y al inicio de la construcción del tramo 2 de la Carretera Longitudinal de la Sierra. Todos ellos pueden significar por lo menos una inversión de US$ 4 mil millones el próximo año, de los US$ 18 mil millones que significan los compromisos de inversión.
Por tanto, la importancia que va a tener la ejecución de estas iniciativas es fundamental para romper la inercia que enfrenta hoy la economía peruana, y que a decir del nuevo ministro Alonso Segura todavía enfrentaremos un crecimiento errático durante este tercer trimestre que está por finalizar.
Sin embargo, recuperar el dinamismo requiere un seguimiento muy cercano de los megaproyectos y eso lo sabe bien el actual titular del MEF, pues hasta hace poco esa fue su tarea principal. Una primera alerta de que todo no marcha sobre ruedas fue lo que ocurrió la semana pasada cuando se suspendió la ceremonia que daba inicio a las obras de la Línea 2 del Metro que unirá Ate Vitarte con el Callao. ¿Qué pasó? Todo indica que algunas adendas al contrato de la concesión y trámites pendientes dificultaron que comiencen las obras.
Otro proyecto que enfrentará una frondosa permisología será el gasoducto del sur, que según se ha revelado requiere 4,102 permisos. Si bien algunos de ellos ya se han obtenido y otros han sido solicitados, el número no deja de preocupar, más aún cuando en estos momentos han salido a la luz pública casos que involucran a autoridades del actual Gobierno en presuntos hechos de lobby empresarial.
A lo anterior hay que sumar los problemas que puedan enfrentar algunos proyectos mineros que están en su última etapa de ejecución. Por ejemplo, se estima que la construcción de Las Bambas debe culminar en el segundo semestre del 2015, aunque su capacidad máxima de producción recién será en el 2016. Este último dato es clave, pues el año pasado se cifraron las expectativas en el impacto de Toromocho, que en la práctica no se dieron.
Lo mismo es el caso de la ampliación de Cerro Verde, que también se tiene previsto que se termine a mediados del próximo año, pero que su máxima producción recién se daría un año más tarde. Lo que sí está previsto que ingrese en los próximos meses son los yacimientos Constancia de Hudbay e Inmaculada de Hochschild Mining, cuya máxima producción tampoco se alcanzará el próximo año.
Queda entonces una enorme tarea de seguimiento para que los proyectos que están previstos que culminen en los próximos meses no sufran retrasos y aquellos que deben iniciarse no enfrenten vicisitudes como lo sucedido la semana pasada con la Línea 2. Si el Gobierno no toma muy en serio estos riesgos, el crecimiento errático del que habla Segura lamentablemente podría repetirse en los próximos meses. Ese también es otro de los retos del MEF.