Una lección por aprender
Cuando en el primer semestre del 2012 se debatía la reforma de pensiones, más de una voz, entre ellas la de Gestión, advirtió que la propuesta debía merecer un tratamiento integral del sistema de pensiones, es decir, tanto del sistema privado como de la ONP.
Sin embargo, el Ministerio de Economía, la Superintendencia de Banca y Seguros y el congresista Jaime Delgado (pese que ahora lo intenta negar) enfocaron parcialmente los cambios. Los resultados luego de casi dos años es que la reforma quedó lejos de solucionar los problemas y más bien, como ya sucedió en el transcurso de su aplicación, enfrenta el riesgo de retrocesos como sería la suspensión de la afiliación obligatoria de los independientes menores de 40 años a las AFP u ONP.
Pero la actual situación no solo es atribuible a la acción del Gobierno y el Congreso. También tienen parte de responsabilidad las AFP que no supieron aquilatar los cuestionamientos al Sistema Privado de Pensiones. Hoy enfrentan más que una crítica, enfrentan el rechazo al sistema y con ello se pone en riesgo el avance de una reforma de 20 años, que ha sido superior de lo que era el sistema de pensiones cuando estaba en manos del Estado en su totalidad.
Es indudable que se necesitan cambios, tal como Juan José Marthans y José Ricardo Stok advertían hace dos años en un estudio realizado, en el cual alertaban del riesgo de hacer reformas parciales en vez de establecer mecanismos sencillos, ofertas atractivas y adecuadas a la situación de cada posible aportante. Incluso, contemplando un sistema de pensión social.
La afiliación de los independientes, siempre que se discutió estuvo asociada a un incentivo, si es que se quería que fuera obligatoria. El MEF decidió no asumir ese costo fiscal.
Pero además de lo anterior hay otro riesgo: que se empiecen a cuestionar otros avances en la economía peruana que se han dado en los últimos 24 años y que han permitido el crecimiento, pese a que actualmente se enfrenta una fuerte desaceleración.
Lo mismo que sucede ahora con las AFP puede ocurrir con otras reformas iniciadas en este Gobierno como la del servicio civil, la de salud y la de educación. En estas tres actividades, se encuentran los sindicatos más beligerantes del aparato estatal y, por lo tanto, se requiere de toda la voluntad política para que no haya marchas y contramarchas, sobre todo en momentos en que hay un proceso electoral.
En marzo de este año un informe de la agencia calificadora Moody’s ubicaba al Perú como el tercer país en el ranking del progreso en las reformas de segunda generación. Hoy, a la luz de lo ocurrido en los últimos meses, defender esa ubicación debe ser una tarea primordial.
Aún no es tarde para retomar una reforma integral de pensiones, sin que se deje de reconocer la importancia que ha cumplido y puede seguirlo haciendo el sistema privado. Pero ello no se logrará si es que no se toman en cuenta las modificaciones en el sistema nacional, al que los críticos a las AFP prefieren interesadamente dejar de lado.