Sin capacidad de rectificar
El pasado 5 de marzo, Gestión reveló los cambios que ya estaba aplicando la Oficina Nacional de Gobierno Interior (Onagi) para que toda empresa que realice una promoción comercial, no solo solicite una autorización previa al Ministerio del Interior, sino también que los premios no reclamados por sorteos, rifas u ofertas comerciales, pasen a manos del Estado.
Han transcurrido dos meses y las denuncias sobre dicha oficina se multiplican, al punto que en vez de destinar los premios no reclamados para obras sociales, resulta que ahora sabemos que se usan para comprar canastas, a fin de que sean repartidas a los gobernadores (una institución que, por cierto, debería desaparecer), según una denuncia del programa Cuarto Poder.
Es decir, no se ha dado ninguna rectificación en la medida que adoptó el Gobierno, pese a que han corrido ríos de tinta, tanto desde una perspectiva empresarial como por propia inconveniencia de que continúe funcionando como hasta ahora la Onagi. Pero este no es el único caso en que los organismos del Estado se mantienen alejados de la realidad.
Por ejemplo, en estas últimas semanas la designación del fiscal de la Nación y la disputa entre el Tribunal Constitucional y el Consejo Nacional de la Magistratura revelan lo poco que interesa a las propias entidades públicas el respeto por la institucionalidad.
Cabe preguntarse entonces, ¿realmente al Poder Ejecutivo le interesa enfrentar y solucionar estos problemas?, ¿o todo su esfuerzo se concentra más bien en las luchas internas, algunas de ellas con la oposición, a fin de controlar determinadas entidades?
Del mismo modo se puede decir del Ministerio del Interior, donde ya vamos por el quinto titular del sector. Aquí no hay atisbos de que se esté derrotando a la inseguridad ciudadana, que es su principal tarea y el principal problema del país para la mayoría de peruanos, según coinciden las encuestas.
Actualmente, ante cualquier preocupación que se da en la opinión pública pareciera ser que en el despacho de Corpac se practica la política de Poncio Pilatos, al culpar al pasado de los problemas, pese a que el actual Gobierno ya está a más de la mitad de su mandato.
Para enfrentar los problemas señalados se requiere de cierto liderazgo, que en estos momentos, más allá del rol que cumple la esposa del mandatario y el propio ministro de Economía, en los temas de su sector, no se vislumbra de manera clara en otro personaje del Gobierno.
Todo esta situación se complica porque más de un ministro se encuentra cuestionado y bajo investigación.
Corresponde entonces a las diversas instancias de la sociedad y, por cierto, también al periodismo, no desmayar en las denuncias, a fin de que se reconozcan errores y se puedan rectificar cuando se cometan.
¿Qué más debe ocurrir para que el Gobierno y otros poderes del Estado corrijan algunas actitudes y políticas?