¿Más propósitos que hechos?
Lima se convertirá en el centro de la atención mundial a fin de año, con ocasión de la cumbre del cambio climático (COP 20), que se espera que siente las bases de un nuevo acuerdo en el 2015.
Desde que en la década de los 80, las Naciones Unidas creara un grupo intergubernamental de expertos, el tema ha ganado relevancia, aunque también detractores, pues no todos en el mundo consideran que el calentamiento global sea una amenaza.
Los últimos reportes muestran que hay un calentamiento promedio a nivel global de 0.85 grados centígrados en los últimos 132 años. Además se ha detectado un aumento de 40% en concentraciones de dióxido de carbono, debido a las mayores emisiones provenientes de la utilización de combustibles fósiles y el cambio del uso de suelo.
Las 19 cumbres llevadas a cabo hasta el momento muestran a la toma de conciencia del problema como su resultado más visible, pero todavía no es suficiente.
Es cierto que en varios países se han adoptado medidas para un mayor uso de energía renovable, pero también hay acciones tomadas que tienen avances no tan significativos o existen algunos países claves en la economía mundial, como China, que no están tan comprometidos con los acuerdos que se van alcanzando.
Por eso, la tarea del Gobierno peruano, como anfitrión del evento, es un reto mayor. En los últimos años el tema ha ido ganando un espacio en la agenda pública y ahora eventos como El Niño y su impacto ya no pasan desapercibidos. Es más, hay una creciente preocupación de cómo mitigar los daños, pero, aún así, la mayoría de la población no lo tiene en su foco de atención. Bastaría preguntar en una encuesta cuántos peruanos asocian el cambio climático a su quehacer diario.
Un ejemplo de lo anterior es la mayor urbanización de las ciudades y, por ende, la necesidad de usar más energía. Eso requiere tener una visión de sostenibilidad, porque de lo contrario en el futuro las consecuencias podrían ser funestas.
Es tarea, pues, de la actual administración Humala promover y liderar la importancia del tema, a fin de que no sea un evento más, ya que sus implicancias sí tienen repercusión en la vida de cada peruano. Pero también es una misión de la sociedad, incluso de los gremios empresariales, difundir la importancia de la cita mundial de diciembre.
Más de doce mil personas de la mayor parte de los países debatirán en Lima cómo avanzar para que el calentamiento global se mantenga por debajo de los dos grados centígrados, que es uno de los desafíos más importantes de las últimas cumbres sobre el cambio climático. Estas reuniones, por lo general, provocan escepticismo, pues no faltará quienes consideren que los S/. 175 millones de las arcas fiscales destinados al evento, adicionales a los US$ 85 millones de la cooperación internacional, pueden tener un mejor uso. La responsabilidad, por tanto, es demostrar que más allá de los buenos propósitos se avanzará en la agenda.