Economía y política no están divorciadas
Hoy el Congreso, una de las instituciones menos populares del país, tomará una decisión sobre el Gabinete que preside René Cornejo. Los hechos sucedidos en la noche del viernes pasado han puesto de manifiesto que es necesario recuperar no solo la autonomía de la Presidencia del Consejo de Ministros, sino también la valía del Congreso, lamentablemente pérdida en los últimos años, por culpa de sus propios miembros.
En Gestión hemos insistido desde hace 24 años en la necesidad de que se construya y respete la institucionalidad en el país. No se puede aceptar que solo por razones de la economía haya injerencia de personas no elegidas ni designadas en el manejo del Estado, como es el caso de la esposa del presidente de la República. Mas aún, cuando la desaceleración que todavía persiste es anterior a la actual crisis política. Así, los propios empresarios, a través de un comunicado de la Confiep, lo hicieron saber al Gobierno en los primeros días de enero. El documento mereció el rechazo del ministro de Economía. En ese sentido, la oposición tuvo razón en llamar la atención del Poder Ejecutivo, por más que el mandatario señale que la actual crisis política no tiene que ver con el quehacer diario de su esposa.
Lo que tiene que hacer el Gobierno es política, que significa comunicar, explicar y buscar consensos.
Hasta el momento, solo ha hecho llamados al diálogo, pero sin la convicción de que se convierta en un mecanismo efectivo. Es por eso que tras la designación del quinto Gabinete se advirtió que era necesario contar con ministros que precisamente tengan habilidad política para enfrentar los problemas. Sin embargo, con la soberbia que caracteriza a algunos de los integrantes del Ejecutivo, se menospreciaron las sugerencias, considerando que bastaba con tener una tecnocracia al frente. Debe quedar claro que la inversión no está creciendo principalmente por culpa del Congreso, sino por las (in)decisiones del Poder Ejecutivo, como el incremento de las regulaciones, las marchas y contramarchas en las concesiones, los anuncios que no se cumplen y la poca efectividad de algunos de sus ministros. No obstante, hoy sí puede ser afectada por el Parlamento si este no actúa con sapiencia.