Un cambio de actitud
“No se puede ver el mar peruano solo con lentes de anchoveta”, expresó la semana pasada la ministra de la Producción, Gladys Triveño, acerca de la actividad pesquera. Y es cierto, por más que el objetivo de incrementar el consumo humano directo es el leitmotiv de la actual política del Gobierno, el debate prácticamente lo ha dejado de lado. Lo mismo que es válido en este sector también se puede extender hacia otras políticas del gobierno del presidente Ollanta Humala, dado el mutismo de más de un ministro, resentidos en más de un caso, por las críticas, tanto de la prensa como de algunos gremios empresariales.
Por eso el fallo de La Haya puede ser un punto de inflexión en la actitud de cada uno de los miembros del Gabinete Ministerial, empezando por el presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, a fin de dialogar, pero no para sentarse a escuchar un listado de problemas, y que al final de las pocas reuniones que se realizan, estas terminen en promesas, que, por lo general, son incumplidas. El propósito debe ser el de fijar compromisos y cronogramas para ambas partes.
Pero no solo basta un cambio en el Gobierno, también se requiere que los empresarios, y principalmente sus representantes gremiales, tengan una actitud más coherente. Basta recordar que luego del intento de compra de los activos de Repsol, más de un dirigente empresarial tuvo duras frases contra las políticas de la administración de Humala, que posteriormente dieron un giro de 180 grados (olvidando rápidamente todo lo dicho), para luego volver a reverdecer su ánimo confrontacional con el comunicado que a inicios del mes pasado se difundió.
Por cierto, varias de las preocupaciones expresadas en el último pronunciamiento tienen asidero, pero en su debido momento, cuando surgieron los problemas, casi la voz de la mayoría de los gremios tuvo afonía, salvo contadas excepciones. Casi se ha vuelto un lugar común destacar el proceso de La Haya porque se continuaron políticas de Estado de tres gobiernos. Lo mismo es necesario aplicar en otros objetivos nacionales. Por ejemplo, que haya continuidad en la reforma de la educación y no retroceso como sucedió al inicio de este gobierno con la labor de la ministra Patricia Salas. Un buen paso podría ser que el actual titular del sector, Jaime Saavedra, continúe en el cargo durante el próximo gobierno, dado el consenso que genera su persona. El camino es cuesta arriba y hay que transitarlo.