Las buenas intenciones y el infierno
La semana pasada reflexionaba sobre la inversión privada y la necesidad para el país de que recupere su dinamismo este año, pero las últimas declaraciones dadas por el presidente Ollanta Humala crean un clima poco propicio para ese fin y, más bien, se abre la posibilidad de que la mayoría de empresarios se queden en la peligrosa estrategia de “esperar y ver”.
Hasta ahora, el Gobierno mantiene un discurso favorable a la inversión,
pero, por acción u omisión, poco hace a nivel de los hechos para que la
mejora de la confianza empresarial de los últimos dos meses se traduzca
próximamente en la ejecución de un mayor número de proyectos. No basta
mantener la hoja de ruta de la política económica, se necesita una mayor
voluntad política del mandatario, lo cual no ocurre si se considera su
afirmación de que el proyecto Conga, por cerca de US$ 4,000 millones, es
intrascendente para el país.
Por supuesto que la inversión seguirá
creciendo en el 2014, pero a tasas de un dígito, tal como proyecta el
Banco Central, y como bien dijo el año pasado el ministro Luis Castilla,
el Perú requiere que crezca a tasas de dos dígitos. “Este gobierno es
de obras”, dijo el mandatario el último viernes al inaugurar la planta
de tratamiento de aguas residuales de Taboada. Habrá que recordarle que
dicho proyecto se dio en el gobierno anterior. ¿Cuántas obras de esa
magnitud puede exhibir en sus dos años y medio? Se puede haber dado más
concesiones, pero pocas se han iniciado. Tiene la palabra el ministro de
Economía.