En la actualidad, el liderazgo femenino se convirtió en una necesidad para fomentar la igualdad de género, con el fin de combatir la discriminación y las brechas de género que perduran en la sociedad. Es por ello que, en el pensamiento de muchas mujeres, se ha creado un sentimiento de respaldo mutuo que llamamos sororidad.
El término tiene sus raíces del latín “soror”, que significa “hermana” y, en contextos sociales, se centra en diseñar espacios para promover el fortalecimiento y la unidad entre las mujeres para enfrentar la discriminación de género y el cierre de las brechas sociales creadas por la idiosincrasia machista enquistada en la mentalidad humana. Sin embargo, ¿realmente la sororidad se da entre todas las mujeres o hay una “sororidad selectiva”?
Es común que, como seres humanos, tengamos diferencias políticas e ideológicas, sin embargo, cuando una causa común y justa nos obliga a unirnos en un solo frente, generalmente dejamos estas atrás y enfrentamos el reto en cuestión para salir adelante.
De acuerdo al concepto de sororidad, queda claro que el bien común que busca es la igualdad de oportunidades para las mujeres, sin embargo, se comenzó a crear un debate en torno a la existencia de la sororidad selectiva, contaminando el verdadero espíritu que esta persigue.
Y es que, en lugar de enfrentar un desafío en común, la sororidad parece ser selectiva y condicionada por afinidades ideológicas e intolerancia que impera en muchos círculos feministas, excluyendo a aquellas mujeres que política o ideológicamente no piensan igual que una facción feminista, abandonándolas y maltratándolas, poniendo en tela de juicio, incluso, su condición de mujeres.
La sororidad selectiva crece aún más cuando se debaten temas que, socialmente, generan mucha controversia como si el aborto es o no un derecho, la imposición de cuotas de género en el sector público y la empresa privada, etc. Motivo por el cual los grupos feministas más radicales terminan protegiendo a aquellas afines a su pensamiento y acallando y maltratando a aquellas que no lo son.
¿Existirá la sororidad pura? En la actualidad, pareciera que esto es solo una utopía debido a que siempre entrarán en juego los factores de empatías, pactos y, sobre todo, agendas políticas y personales.
Una mujer no defenderá a otra por el simple hecho de ser mujer, del mismo modo que un hombre jamás hará lo propio con otro por el hecho de serlo. Todo se hace siempre en función de las circunstancias y los intereses a los que obedecen.
Finalmente, es importante que sí exista una hermandad entre mujeres, pero también debe serlo entre hombres y mujeres, en medio de un entorno de respeto, cordialidad y humanidad, respetando las diferencias que hay entre nosotros.