La otra pandemia
Comienza la fase 4 de la reactivación económica y todos estamos esperanzados en que nuestro país pueda volver a tener el dinamismo económico que mostraba antes de la pandemia. Poco a poco las noticias nos van mostrando luces al final del túnel, al parecer el desarrollo de las vacunas está avanzando a grandes pasos y parece que el próximo año tendremos buenas noticias.
No obstante, en este contexto, me parece alucinante que en plena pandemia no haya podido reducirse la violencia contra las mujeres. Las cifras como siempre son escalofriantes: más de 145 feminicidios se han suscitado en lo que va del año; es decir, un promedio de 16 mujeres muere al mes. A eso debemos añadirle que hubo más de 153 tentativas de asesinatos a mujeres a manos de sus parejas, según cifras de la Defensoría del Pueblo. El problema de la violencia contra las mujeres es tal cual lo han definido los especialistas en el tema: la otra pandemia.
¿Qué se está haciendo? Muchos esfuerzos de parte de entidades del Estado, pero como dice la ministra de la Mujer, Rosario Sasieta Morales, aún faltan más servicios especializados contra la violencia de género. Entre estos podemos señalar la implementación de los tan necesarios Centros de Emergencia Mujer (CEM) en las comisarías de nuestro país.
Lo que no dice la ministra, -y jamás lo dirá– es que también hace falta un real compromiso del Ministerio de Economía y Finanzas para desarrollar un plan que contemple más servicios que puedan evitar la violencia y la muerte de peruanas.
Pero este compromiso no solo recae en el Ejecutivo, el Congreso y el Poder Judicial también tienen mucho trabajo que hacer, a través de la promulgación de normas y una gestión de la justicia en donde esté desterrado el machismo y el prejuicio contra las mujeres.
También quiero reflexionar sobre otro ámbito donde las mujeres somos vulnerables y estamos expuestas a la violencia. Me refiero al ámbito laboral. El problema es transversal y nos toca a las mujeres que tenemos puestos ejecutivos, tanto como a las que tienen puestos intermedios, las trabajadoras de planta, obreras y las trabajadoras ambulantes. Ganamos menos sueldo que los hombres a pesar de que hacemos más cosas y mejor. Las mujeres estamos expuestas a abusos, coerciones, violencia sexual y acoso. Nuestro cuerpo es tratado como objeto, en una infinidad de situaciones, y normalmente no se cumplen las leyes laborales que nos favorecen, como por ejemplo cuando se despide a una trabajadora cuando está embarazada. Nadie reconoce la labor que hacen las mujeres que son madres en sus hogares, luego de culminar su jornada laboral.
¿Tanta violencia, en tantos espacios de nuestra sociedad y el Estado no va decir basta? Acaso, ¿vamos a llegar al bicentenario convertidos en un país de feminicidas? ¿Qué acción de emergencia va tomar el Estado para evitar la muerte de tantas mujeres y el dolor de niños huérfanos? ¿Acaso no estamos a tiempo para desarrollar la vacuna contra esta otra pandemia?