La santa paciencia
Luego de una interesante conferencia sobre liderazgo coincido con un grupo de colegas y amigos con los que decidimos ir a almorzar juntos. Todos la pasamos bien excepto Leonor. Ella no deja de llamar a la gente de su oficina. Tiene un asunto pendiente y se muestra molesta e insegura. Mi amiga es jefa de prensa en un ministerio. Le reclamamos que se relaje y que se integre a la conversación, lo cual hace ella de mala gana. No pasan unos minutos, vuelve a insistir y finalmente se va, a pesar de que tiene que resolver un tema que es relativamente sencillo. Todos movemos la cabeza y pasamos a otro tema.
Es duro decirlo, lo siento Leonor, pero para mí es tan claro como la mañana: las personas que no tienen paciencia no son buenos líderes y no pueden dirigir bien a su equipo. Una persona con paciencia sabe esperar el momento correcto para actuar, sabe resolver problemas complicados sin alterarse y tiene tolerancia.
Por el contrario, alguien impaciente suele generar pequeñas crisis dentro de su equipo porque satura a sus colaboradores con pedidos, con acciones no coordinadas previamente y por otro lado genera un estrés innecesario.
Un impaciente se ahoga en un vaso de agua, sucumbe cuando una coyuntura va variando y suele tomar decisiones apresuradas. Una decisión apresurada siempre será una mala decisión, con la cual generas errores. En pocas palabras, una persona impaciente lo complica todo, no permite que las cosas fluyan.
Yo sé que la palabra paciencia está muy mal vista, en estos tiempos de inmediatez. Pero cuando me refiero a paciencia no estoy hablando de ser lento o estar paralizado. Me refiero a darse el tiempo necesario para poder tomar buenas decisiones, conversar y ver una solución con tu equipo, pedir consejo ante un tema grave, no perderse cuando las circunstancias van variando. Eso es para mí, paciencia.
Los impacientes caen en el error porque piensan que tienen que controlarlo todo, no saben delegar responsabilidades en sus colaboradores. Tampoco son conscientes de que cada proceso necesita de un tiempo necesario y mínimo; como decía Warren Buffet en sorna: “algunas cosas solo necesitan tiempo. Nueve mamás no hacen un bebe en un mes”. Aunque la frase popular: “no por mucho madrugar amanece más temprano”, también les cae a pelo.
Sin embargo, uno de los problemas más complicados al que deben de enfrentarse los impacientes es al constante cambio de personal. Trabajar con alguien con poca paciencia es insufrible. La mayoría de gente se cansa y se va. Los que se quedan, porque tienen necesidades apremiantes, son colaboradores que están frustrados y ven el trabajo como un mal necesario, lo cual hace que la productividad de un equipo se reduzca considerablemente.
Un gran cómico, llamado Alex Valle, en blanco y negro, aboga por la “santa paciencia” en Youtube. Al final del sketch es él quién se muestra impaciente y pierde los papeles. Es que es así, mantenerse paciente, sereno cuesta mucho, es un reto que todos podemos lograr pero cuesta, cuesta. Convertirse en una persona madura es difícil pero es el único camino que hay hacia el liderazgo.