La inclusión social y el trabajo
Se acercan las fiestas de fin de año y como suele suceder, la felicidad nunca es completa a pesar de tener a todos nuestros seres queridos cerca y con buena salud. Desgraciadamente, siempre hay un niño en la calle, vendiendo chicles o pidiendo limosna, mientras los demás estamos aturdidos por nuestro consumismo y egoísmo. En la televisión nunca falta la noticia del feminicidio y entre los saludos de navidad y año nuevo, siempre hay un post en tu muro, que te recuerda que hay muchas etnias indígenas que están luchando por la supervivencia de su modo de vida y de su hábitat.
No debería llegar fin de año para que todos seamos conscientes de que, a pesar que nuestro país ha avanzado muchísimo en materia económica, aún persiste la pobreza y en nuestra población hay muchos grupos vulnerables. Deberíamos ser conscientes, los 365 días del año, que al Perú, aún le falta mucho para ser un país desarrollado. Por ello considero que la inclusión social es un tema prioritario en la agenda nacional.
La inclusión social según el Estado Peruano es: “la situación que asegura que todos los ciudadanos sin excepción, puedan ejercer sus derechos, aprovechar sus habilidades y tomar ventaja de las oportunidades que encuentran en su medio”.
Estoy convencida que la inclusión social debería ser la motivación principal para que el Congreso de la República desarrolle y apruebe leyes; y de la misma forma el Ejecutivo administre y organice el Estado. Te has preguntado, si nuestro Poder Legislativo está aprobando leyes para todos los peruanos. Es decir, ¿estas leyes están enfocadas en que todos nos beneficiemos y que principalmente sean herramientas para que muchos connacionales salgan de la pobreza?
De la misma forma, me parece que toda las reformas emprendidas por los Presidentes de la República deberían tener un enfoque de inclusión social, ya que es una arma poderosa para vencer la pobreza y las injusticias. Recordemos que la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), señala que la tasa de pobreza en el Perú se elevó un punto porcentual el 2017, al pasar del 20,7% al 21,7% de la población. Imagino que esa cifra se habrá ampliado en el 2018.
Además, debemos de tener en cuenta que la pobreza en nuestro país tiene, también, un componente de género, donde las mujeres, tanto en el campo, como en la ciudad, son las que más sufren. Yo he constatado con mis propios ojos, como muchas peruanas viven un círculo vicioso de pobreza. En donde una madre soltera joven tiene que salir a buscarse la vida, muchas veces dejando a sus hijos con los vecinos, algún familiar y si tiene suerte en un Wawa Wasi. El trabajo las absorbe y dejan desatendidos a sus descendientes. Pasan unos años y sus hijas se convierten en madres adolescentes y la historia vuelve a repetirse.
Por ejemplo, ahora que se habla de una reforma laboral, por qué no se diseñan normas que puedan hacer que esas madres tengan un régimen laboral que les ayude a romper estos círculos de pobreza. Los jóvenes que también son otro sector vulnerable de nuestro país, no encuentran trabajo y el Estado no incentiva a las empresas a apoyarlos.
¿Qué está haciendo el Estado? Pues me parece que muy poco y cuando se presentan reformas el debate siempre se agota en los mismos temas, pero no se dice nada de cómo se pueden desarrollar trabajos de calidad y que ayuden a muchos peruanos a desarrollarse y salir de la pobreza.