Las Mujeres y la economia
Desde hace muchos años soy testigo de que la incorporación de las mujeres al trabajo formal tiene un impacto positivo en la economía y en el desarrollo del país. Lo puedo comprobar cada año con mis alumnas y algunas compañeras de trabajo. Instituciones como la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Banco Mundial; foros como la a Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) lo sostienen, pero parece que muchos no se dan por enterados.
Para muestra un solo botón. Gabriela es una antigua alumna mía, madre de dos hijos, era una de las chicas más humildes que había tenido como alumna. Sus padres le costeaban el pago de sus estudios universitarios. Sin embargo, ella debía de pagar los pasajes, la alimentación. Con su joven esposo compartían los gastos de mantención de sus hijos. La conocía bien porque siempre la veía cansada. Un día, al final de clases le pedí que se quedara. Le pregunté por qué andaba siempre cansada, y ese fue el inicio de una conversación muy emotiva, ella me contó muchos detalles de su vida, como por ejemplo que trabajaba, a medio tiempo, como personal de limpieza en una empresa. Además, vendía, a sus compañeras, bijoutería que compraba los fines de semana en el centro de Lima.
Me conmovió tanto su historia, que decidí ayudarla, le presté algunos libros, algunas veces le volvía a explicar conceptos y unas cuantas veces la jalé a su casa. Siempre que conversábamos le daba palabras de aliento. Sé que no es mucho, pero parece que para ella fue importante.
Han pasado varios años. Me sorprendió una llamada suya, hace unos días, me invitó a cenar. La encontré mejorada, se le ve segura de sí misma y siempre con una sonrisa. Me dijo que está agradecida, que valora mucho mi ayuda. Dice que su vida ha mejorado mucho. Persistió y en los últimos ciclos de la carrera logró encontrar un trabajo a medio tiempo en una productora, lo cual le permitió dejar su trabajo en limpieza. Le fue bien y la contrataron. De esta forma comenzó una muy carrera exitosa que le ha permitido, con los años, comprarse un departamento y un auto, mejorar la educación de sus hijos, devolver el favor y ayudar a sus padres. Quizá, lo más importante es que está ayudando a su esposo a que él también estudie una carrera universitaria.
Casos como el de Gabriela e incluso otros más dramáticos los veo todo el tiempo. Chicas que con mucho sacrificio tratan de salir adelante y que unos años después logran la estabilidad económica y una mejor vida. Algunas llegan, incluso, a tener un importante éxito económico. Todos estos datos empíricos me hacen pensar que definitivamente las mujeres impulsamos la economía en aspectos que no solo nos benefician a nosotras. Nuestro crecimiento significa también una mejora en la vida de quienes nos rodean.
En ese sentido, rescato algunos datos de la CAF que señala en una nota de prensa, lo siguiente: “una parte significativa del boom económico latinoamericano de inicios de siglo se explica gracias a la incorporación de unas 70 millones de mujeres al mercado laboral, que contribuyeron, entre otros, a reducir la pobreza, dinamizar los mercados nacionales y reducir las desigualdades”.
Si las mujeres tenemos un impacto positivo en la economía de nuestros países, entonces es importante que se refuercen las políticas que promueven la reducción de las brechas de género. De la misma forma es necesario que las niñas, es decir las futuras ciudadanas peruanas, accedan a buenos servicios de educación, lo cual les permitirá, en un futuro, ingresar a la economía formal y a servicios financieros, legales y de salud, a través de los cuales puedan lograr óptimos niveles de vida. Todo ello redundará en el crecimiento de la economía y en un país más justo con sus ciudadanos y ciudadanas.