La violencia de cada día
Me encuentro pasmada, asustada y desmoralizada por toda la violencia contra las mujeres que existe en nuestro país y que pareciera está en aumento. Esta semana hemos sido testigos de la desgracia que le toca vivir a la jovencita Eyvi Liset Agreda, que está luchando por su vida luego de que un desadaptado la quemara en un ómnibus.
Sin embargo, resulta insultante que muchas personas e incluso algunas autoridades quieran invisibilizar la violencia contra las mujeres, intentando darnos a entender que estos hechos son aislados. No, señores y señoras, estas agresiones se están volviendo una constante y son parte del día a día que les toca vivir a muchísimas mujeres en el Perú. Violencia que podrían estar padeciendo tu hermana, tu hija, tu madre o tu pareja.
De parte del Estado no hemos visto una reacción contundente. Más allá de capturar al desadaptado, no se ha dicho ni hecho nada. Considero que debería aplicarse una política que involucre a los tres poderes del Estado y principalmente a los ministerios de la Mujer, Educación, Interior, Salud, Economía, Trabajo y por su puesto al ministerio de la Producción.
Muchos se preguntarán: ¿qué tienen que ver en este asunto los ministerios de Economía, Trabajo y Producción? Tal como lo señalé en mi post de la semana pasada, la violencia y el acoso afectan considerablemente la productividad de las empresas y por su puesto la economía del país.
Hace unos días el economista Carlos Urrunaga, en su bloque diario en RPP Radio, hacía bien en recordar las conclusiones del libro “Los costos empresariales de la violencia contra las mujeres en el Perú”, que es un volumen que forma parte de una serie de estudios que vienen realizando en conjunto la Universidad San Martín de Porres (USMP) y la Cooperación Alemana.
Agárrense de sus asientos. En este libro, que estuve revisando esta semana, se concluye que las empresas peruanas pierden alrededor de 6,744 millones de dólares al año (6,7 billones USD) producto de la violencia contra las mujeres. Si la corrupción le cuesta al país dos puntos del PBI, los atentados contra las mujeres le cuestan al Perú 3,7% del PBI.
¿Qué consecuencia tiene la violencia contra la mujer que causa tantas perdidas económicas a las empresas? Principalmente ausentismo, es decir tardanzas, faltas injustificadas, permisos imprevistos y cambios de turnos en las victimas de la violencia.
Por otra parte, el hecho de que las mujeres violentadas, a pesar de todos sus problemas, se presenten en el trabajo también trae efectos económicos negativos ya que el rendimiento laboral no es el mismo, disminuye; la productividad es menor, pueden producirse accidentes laborales y se reduce la calidad de los productos.
Si las víctimas deciden renunciar al trabajo o las empresas las reemplazan también se producen mermas económicas debido a los costos que significa contratar nuevo personal, los días improductivos en el puesto de trabajo y los gastos de entrenamiento para el nuevo personal son costosos.
Como vemos el panorama de la violencia contra la mujer es desolador pues no solo nos degrada como sociedad, también repercute en la economía de todos y todas. Ojo que el estudio que hizo la Universidad San Martín de Porras y la Cooperación Alemana solo se centra en las empresas privadas. Y, ¿cómo van las cosas en el gran aparato estatal que está llena de ministerios y empresas? Me imagino que si realizan un estudio nos vamos a encontrar con una gran caja de pandora e imagino que se obtendrían resultados aún más desalentadores.
En el libro “Los costos empresariales de la violencia contra las mujeres en el Perú”, se recomienda a las empresas invertir en políticas de prevención de la violencia contra la mujer, lo cual haría que disminuyan sus pérdidas económicas.
Yo me pregunto: ¿y si el Estado Peruano comienza a desarrollar una gran política de prevención para afrontar de una vez por todas la violencia contra las mujeres? Si los derechos humanos no motivan a nuestras autoridades, esperemos que quizás estas razones económicas sí.