El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre...
…y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo. Así comienzan las primeras líneas de una de las obras más influyentes de la literatura latinoamericana. Gabriel García Márquez construyó un imaginario único de Latinoamérica: personajes, palabras y espíritus dieron forma a una gran narrativa que contribuyó a forjar el imaginario colectivo de la región y dejó su marca en el mundo entero. Hoy, pareciera que estuviéramos en una era igualmente nueva, tan reciente que, al igual que en el mundo de Cien Años de Soledad, las cosas adquieren nuevos nombres: inteligencia artificial, machine learning, deepfake, agentes autónomos inteligentes capaces de “pensar”, “imaginar” y, muy pronto, decidir por nosotros.
Dos fuerzas han avanzado siempre más rápido que la capacidad de las empresas para adaptarse: la tecnología y la imaginación humana. La inteligencia artificial generativa ha llegado para cuestionar la forma en que trabajamos y redefinir el valor intrínseco del ser humano. Hoy, la IA nos supera en muchos aspectos de la inteligencia: analiza información con mayor precisión, aprende más rápido que cualquiera de nosotros y su capacidad de predecir se hace más evidente cada día. Todo esto sucede apenas en la etapa inicial de la Inteligencia Artificial Generativa, antes de haber desarrollado todo su potencial. Predecir el futuro es imposible, pero sí podemos prepararnos como personas, profesionales y empresarios. ¿Qué hacer?
Entender el nuevo idioma: Comprender los conceptos básicos de la computación, como el pensamiento computacional, será vital. No se trata de que todos nos convirtamos en programadores, sino de que entendamos el potencial de estas tecnologías. Aprender el lenguaje de las máquinas será una habilidad indispensable para cualquier profesional. Podemos identificar en nuestros equipos a las personas con mayor predisposición hacia la tecnología, para que sean ellas quienes difundan este nuevo idioma en nuestros proyectos y desafíos.
Ser conscientes de las capacidades que las máquinas no tienen: Aunque la IA nos supere en numerosos ámbitos, debemos fortalecer las habilidades humanas por excelencia. Nuestra capacidad de imaginar nuevos mundos, de concebir posibilidades inéditas y de reinventarnos es un recurso único. Volver a la esencia humana implica afianzar el pensamiento crítico, desarrollar principios éticos que sirvan de puente para gestionar estas tecnologías y mantener una comunicación efectiva. Son nuestras percepciones singulares las que marcarán la diferencia frente a la estructura lógica de las máquinas.
Reinventarnos o ser reemplazados: Debemos pensar y prepararnos más allá de nuestras profesiones y especializaciones actuales. De la era industrial heredamos la uniformidad, desde el aula de clase hasta la jornada de ocho horas. Sin embargo, la IA ya está sustituyendo empleos en muchas empresas globales; algunas reducen personal y planean aumentar su producción de la mano de “agentes autónomos”. Surgirán nuevas especialidades, pero a medida que la IA “devore el mundo tal como lo conocemos”, muchas actividades humanas serán reemplazadas. Por ello, necesitaremos volver a ser personas versátiles, con conocimientos diversos, capaces de conectar puntos entre distintas ciencias, saberes y experiencias. Como decía Steve Jobs, esa habilidad para enlazar ideas no de manera predecible, sino imaginativa, será lo que nos diferencie de las máquinas. Ahora es momento de reinventarnos.
Victor Lozano – Director de Innovación en Verne Comunicación e Innovación