Lecciones del Mundo Escolar al Corporativo
Rafael Nadal comentó en una entrevista cómo, su entrenador le sugirió modificar un poco el ángulo del agarre de su raqueta para el saque y él dedicó mil saques diarios por unas semanas, para generar ese nuevo hábito.
Modificar un hábito, un comportamiento o una habilidad es difícil. Requiere una motivación (un “para qué”) y mucha disciplina para practicar, practicar, practicar hasta que se vuelva automático.
En el trabajo, invertimos mucho dinero en conferencias y programas de liderazgo que – definitivamente ayudan para resaltar lo que se espera y busca de los ejecutivos y generar la voluntad para el cambio – pero no es suficiente porque el día a día comienza a absorber nuestra agenda y espacio mental.
Si hay algo que me fascina es aprender de diferentes realidades y extrapolarlas a la realidad de mi empresa o la de algún cliente. Recuerdo que siendo rectora de una universidad, vi unas iniciativas practicadas por líneas aéreas que me ayudaron a generar leads. Otras de una clínica, que me ayudaron a reclutar profesores clave.
Hoy, con un cliente estamos probando un programa inspirado en los colegios, con el objetivo de desarrollar las habilidades clave para el personal, que está funcionando muy bien.
Como mamá de 5, tengo un laboratorio en casa y en el proceso escolar de mis hijos, viví la experiencia del programa del Bachillerato Internacional / International Baccalaureate (IB) – y me enamoré de él.
El IB tiene definido un perfil de habilidades clave como ser empático, tomar riesgos, pensar críticamente, mente abierta, etc. que se inculca en los estudiantes, con diferentes estrategias, desde muy pequeños
En las empresas tenemos algo similar; los valores y también las competencias clave que queremos tener de nuestros equipos, como por ejemplo, la empatía, mentalidad de crecimiento, orientarse a resultados, trabajar colaborativamente, etc.
No es suficiente definirlas y mencionarlas en los eventos corporativos. Es importante generar estrategias para vivirlas y los líderes tenemos un rol fundamental para cultivarlas y generar los comportamientos esperados.
El dilema es ¿cómo hacerlo? Comparto 3 ideas preliminares para comenzar:
- Por supuesto, partir por definir las habilidades clave para la empresa e incorporarlas como parte del plan estratégico de la cultura organizacional.
- Ayuda mucho tener un mapeo de los miembros de cada equipo para conocer su perfil de dominancia cerebral, de liderazgo, etc. El conocerlos bien y que ellos mismos se conozcan es un gran primer paso.
- Incorporar la medición de habilidades como parte de la evaluación del desempeño y sobre todo, conversar mucho con los miembros del equipo de cuáles son aquellas que la persona debe mejorar.
- El líder juega un rol clave para motivar el cambio. Debe de ser un gran observador y desarrollar estrategias para reconocer cuando nota alguna de las habilidades reflejadas en el ejercicio diario de sus equipos. Los colegios IB hacen esto de varias maneras; una simple es enviar un correo electrónico a esa persona diciéndole cómo aprecias que en el proyecto o situación X – demostró su capacidad de X (la habilidad).
Este tercer punto tan sencillo, lo podemos hacer todos y genera un impacto muy potente en la persona. No solo se identifica y se crea consciencia de la habilidad, sino que se fomenta una cultura que no solo valora resultados sino el esfuerzo y – que reconoce a las personas y no solo las cifras.