¿Competencia o Rivalidad en la Empresa?
Quienes corren maratones, saben muy bien lo que es “competir con uno mismo”. Es decir, tener un tiempo base y uno deseado, más retador y ambicionar alcanzarlo.
Para la mayoría de maratonistas, aunque uno corre entre miles de personas, la maratón es una competencia muy personal.
Y, aunque es algo muy individual, uno igualmente vive ese espíritu competitivo, la orientación al logro, la exigencia y un viaje interminable dentro del maravilloso círculo virtuoso de la mejora continua.
En las empresas, fomentar el espíritu competitivo es muy importante también. Las empresas necesitan personas y equipos con garra. Personas y equipos capaces de enfrentarse a retos ambiciosos y resultados que muchas veces a inicios de año se ven imposibles.
Pero hay una raya muy delgada entre la competencia y la rivalidad y, corresponde a los líderes, diseñar el estilo de competencia que se quiere fomentar; especialmente si en la empresa se quiere cultivar una cultura colaborativa y de trabajo en equipo.
Esto lo estamos viviendo en una empresa con la que trabajo una consultoría.
En ella, uno de los pilares es ser competitivos y la orientación a resultados. La gente mata por los resultados.
Pero, tan fuerte ha sido el incentivo de la competencia que han cruzado la frontera de la competencia y hoy las áreas rivalizan entre sí. Al rivalizar, ya no comparten información o mejores prácticas tan fácilmente; no colaboran entre áreas y arriesgan menos.
Tan fuerte es la competencia o rivalidad entre áreas que han olvidado tres principios fundamentales para el trabajo en equipo que es:
- La visión compartida – que lo que hacen las diferentes áreas apuntan a un objetivo común.
- Mirarse a través de la complementariedad; es decir – valorar las diferencias y entender que yo te necesito a tí porque tu tienes ese algo que yo no domino y viceversa; y
- Mirarse con un ojo apreciativo: es decir – reconocer lo que la otra área hace bien y valorar el talento de los demás.
Estamos hackeando este enfoque de gestión hacia uno que fomente una cultura de trabajo colaborativo y en equipo – sin perder el espíritu competitivo.
¿Cómo? Cultivando la competencia a nivel interno en estas dos esferas:
- Compito contra mí mismo; contra mis propios estándares para mejorar como persona de manera continua.
- Igualmente, el equipo define los estándares de mejora – como equipo – buscando mejorar-SE; sin compararse con otros equipos.
Y, por supuesto – todo esto se potencia con una visión y objetivos compartidos, con transparencia, fomentando la confianza, la co-responsabilidad, la complementariedad y la diversidad.