“Esperamos que la mujer trabaje como si no tuviese hijos y que críe a sus hijos como si no trabajara” (Amy Westervelt)
Esta frase describe el silencioso dilema que vivimos las mujeres que trabajamos y describe en gran parte la raíz de las culpas que sentimos: Culpa por trabajar; culpa por no trabajar para cuidar a los hijos o la casa. A eso le sumaría la culpa de frenar nuestra carrera profesional no aceptando promociones o puestos de trabajo que deseamos porque implican viajes, trabajar hasta tarde, etc. y eso dificultaría los demás roles de “mujer”.
Por más que estamos avanzando mucho hacia la igualdad, el factor “culpa” impacta tremendamente el balance de vida desigualando la cancha.
Un estudio del Journal of Psychology confirma que en el Reino Unido, 95% de las mujeres afirma sentir culpa por lo menos una vez al día.
En el Perú, según una reciente investigación que he realizado en Aktiva – Centro de Liderazgo e Innovación – 91.5% de las mujeres siente culpa por dejar a los hijos para irse a trabajar. 44.9% de las mujeres han acortado su período de lactancia para no ser mal vistas en el trabajo – en otras palabras: Culpa.
Pero las culpas que sentimos las mujeres, no se refieren únicamente a temas laborales.
En otra investigación que realicé en 250 mujeres para mi libro “Mujeres Fuera de la Caja” (Planeta, 2020) – las principales culpas que sentimos son:
- Culpa por ser muy directas en el trabajo o en casa para decir lo que queremos, expresar nuestra opinión, desacuerdo o para pedir algún favor por temor a ser vistas como “agresivas”.
- Culpa por perdernos de cosas – especialmente con los hijos.
- Culpa cuando decimos “no” y por ende aceptamos más cosas de las que debemos y queremos.
- Culpa cuando somos emotivas.
- Culpa si pedimos ayuda porque nos hace sentir que fracasamos en algo.
- Culpa por engreírnos, cuidarnos o descansar.
La culpa tiene un costo muy alto para las mujeres. Costo en la carrera laboral y costo en lo personal porque nos nubla y nos hace sentir que valemos menos.
Algunos tips para reducir un poco la tortura de la culpa:
- Cuidarse y quererse no es egoísmo; es un derecho y principalmente una responsabilidad. Si tú estás bien, todos los que están alrededor tuyo lo estarán.
- Define lo que significa PARA TÍ ser una buena mamá, una pareja, etc. No existe una fórmula estandarizada; la tienes que diseñar tú según tu realidad, valores y tus demás responsabilidades. Si no lo haces, vivirás tratando de cumplir con esta supuesta ficción de lo que se supone es una buena mujer, mamá, profesional.
- Permítete ser tú. Suelta la pretensión de querer ser la mamá perfecta, la ejecutiva perfecta, la anfitriona perfecta, etc. La perfección no existe y además es una esclavitud.
- Diseña una plataforma de soporte. No porque lo puedes hacer todo; tienes que hacerlo. ¡Suelta! La casa es una organización y como tal, diseña tu plataforma de soporte con un plan de delegación.
Finalmente, la cereza del pastel para reducir la culpa – un estudio de la profesora de la universidad de Harvard Kathleen Mc Ginn concluye que los hijos de madres que trabajan son exitosos en el trabajo y – no solo eso – además, son FELICES.