Incluye la Humildad en tu Fórmula de Liderazgo
Ser humilde es difícil porque no se comprende mucho de qué se trata ni cómo le aporta a mi gestión. Muchos líderes le huyen porque temen ser vistos como débiles cuando deben reflejar fortaleza.
Pero, ¿saben qué he aprendido? Que es todo lo contrario.
Admitir que te equivocaste, que no lo sabes todo, que otro tiene la razón; pedirle perdón a alguien es poderoso porque en lugar de ser visto como débil; te hace ser visto como HUMANO.
Me ayudó entender la humildad y comenzar a hacerla parte de mi fórmula de liderazgo cuando me di cuenta que como líder, no estoy en el cargo para llenarme de estrellitas y halagos de mis colegas, amigos o mi directorio; sino que estoy en una posición de líder para SERVIR.
OJO – Servir – no en el sentido de hacer todo por ellos; sino en el sentido de poner mis competencias, acciones, mi voz (poder) para facilitarles su trabajo; impactarlos o beneficiarlos. No se trata de que yo brille sino de cómo yo haré que ellos brillen.
La humildad es indispensable porque te permite entender que necesitas de los demás para trabajar en tu propio cambio. Al ser humilde permites que otros te digan los puntos en los que ellos sienten que podrías mejorar.
Ser humilde te permite crecer porque te pre-dispones a aprender, que es indispensable para seguir aportando valor. Es justamente lo contrario a lo que yo llamo el “Liderazgo Soberbio” que es pretender que todo lo sabes, que todo lo haces mejor y que nadie te puede dar la contra.
La humildad incluye también aceptar que te equivocas, que otro tiene la razón y te obliga a escuchar y a valorar más la opinión de los demás alejándote de los tan peligrosos “sí señor”.
Sigo trabajando durísimo para cada día ser más humilde. Es difícil pero… ¡vale la pena!