El "modelo Milei" y la reforma regulatoria
En Perú, insistimos con el tema de “calidad regulatoria”. Incluso nuestros congresistas “liberales” están obsesionados con el tema aparentemente. Pero los resultados son evidentemente negativos. La calidad regulatoria es tan mala que no sirve ni para aprobar una ley acerca de calidad regulatoria, porque los burócratas de la oficina de calidad regulatoria no siguen las pautas de la calidad regulatoria para aprobar dicha ley (si no me creen, lean esto: link).
Milei está siguiendo el camino correcto. En “estados regulatorios”, hiper-regulados, “calidad regulatoria” es igual a desregulación. La reforma de Milei incluye la desregulación de decenas de mercados, ataca directamente la regulación de precios, el proteccionismo de la industria interna y la mal llamada protección de los “débiles” (que pretende que grupos como los deudores, consumidores o trabajadores son más débiles siempre) en mercados como los alquileres o los supermercados, por ejemplo.
Por otro lado, Milei ha presentado un proyecto al Congreso para que las universidades argentinas puedan cobrar a los extranjeros no residentes. Esta propuesta ha recibido muchas críticas pero hace perfecto sentido e incluso podría ser llevada más lejos: debería ser obligatorio cobrar (al menos en las públicas) y se debería cobrar incluso a los nacionales, siempre que puedan pagar. La universidad solo debería ser gratuita para el que no pueda pagar y demuestre un nivel dado de rendimiento académico. De otra forma, son los pagadores de impuestos de dicho país los que subsidian la educación de personas que sí pueden pagar, siendo no solo ineficiente, sino injustificable desde una perspectiva moral/de equidad.
Milei ha demostrado que no es necesario ser tibio o remar con la corriente para poder avanzar la causa del libre mercado. Temas como la “calidad regulatoria” no hacen más que revolcarnos en el mismo barro de siempre: burocracia, normas aprobadas antes de ser evaluadas, blindaje de “expertos”, etc. Si queremos realmente avanzar, debemos dejar de seguirle el juego a la maquinaria regulatoria -de la cual “calidad regulatoria” forma parte.