Diferentes significados de "cambiar la constitución"
La discusión acerca de una nueva constitución ha impregnado la discusión pública en Perú durante los últimos 2 años (al menos, de forma más intensa que antes). Esto se inscribe en una “ola” de reforma constitucional de corte castro-chavista empezada en Venezuela, pero seguida en Ecuador, Bolivia, Cuba y Chile, donde no se llegó a materializar. Sin embargo, diferentes actores políticos o ciudadanos que hablan de “cambiar la constitución”, en realidad se refieren a cosas distintas, lo cual puede tener el efecto de entrampar el debate público sobre el tema. En este breve comentario, intentaré sistematizar un poco cuál es la narrativa por cada grupo, cuál es el objetivo de cada grupo y cómo debería ser abordado.
SIGNIFICADO 1: destrucción del estado de derecho (radicales de izquierda, Movadef, Castillo, Cerrón, Bermejo, Mendoza e incluso algunos integrantes del PM)
En este caso, cuando se habla de “cambiar la constitución” habitualmente viene sumado a un discurso de “refundación del estado” y de captura del “poder real”. Dado que estas personas se guían por la ideología marxista-leninista, es evidente que su interés no es la reforma en el sentio formal (texto de la constitución), sino la captura del poder real. Esta captura se logra mediante la destrucción del estado de derecho y la infiltración de puestos clave en la administración.
La constitución (en el sentido real del término) es un subproducto de un estado de derecho. Es así que destruir el estado de derecho e implantar una nueva constitución son objetivos contradictorios. La contradicción se resuelve si uno interpreta correctamente a lo que la izquierda se refiere realmente con “constitución”, es un sinónimo de destrucción del estado de derecho, donde la constitución se reemplaza por un texto, tipo manual de instrucciones, para la administración pública, pero que no tiene las características esenciales de una constitución: división de poderes y reconocimiento de la dignidad de la persona.
La izquierda radical dejó claro su desinterés por una reforma formal de la constitución cuando no usó ni una sola vez la “cuestión de confianza” para convocarla e incluso su proceso de recolección de firmas para llamarla a través de un referéndum fue muy flojo. Solo como acto de “auto-sacrificio”/llamado a la violencia, Castillo llamó a la asamblea constituyente. Pero precisamente su llamado, más que -formalmente- instaurarla- lo convirtió en una especie de grito de guerra, para llamar a la subversión del estado de derecho.
¿Cuál es la utilidad de hablar de una asamblea constituyente si el objetivo no es crear una constitución en el sentido real del término?
Existen varias, incluso si no se planea llegar efectivamente a instaurar una asamblea. Por ejemplo, distraer a la oposición mientras se destruye el estado de derecho (el verdadero objetivo). También, es una bandera interesante para un grupo de la población que entiende “cambio de constitución” de la tercera forma (Significado 3): cambio de forma de hacer las cosas.
SIGNIFICADO 2: modificación del texto (oposición)
Para la oposición, “cambio de constitución” se refiere al cambio formal del texto. Por esto, dedicaron sus esfuerzos a impedir el cambio del texto, regulando el referéndum y la cuestión de confianza. Además, sus explicaciones sobre las bondades del texto (en referencia a las supuestas consecuencias que ha tenido) buscaban su preservación.
Por su puesto, esta lucha por la preservación del texto no solo desperdició recursos (¿dónde están los dos millones de firmas recolectadas?), sino que fue el mejor publicista de la campaña de reforma. Nadie habló más del cambio de constitución que la propia oposición, incluso con slogan “no a la asamblea constituyente”. Además, permitió a los radicales de izquierda crear la narrativa de que la derecha en Perú no quería que los ciudadanos tomaran decisiones sobre sus propios destinos y que querían perpetuar un modelo que los oprimía. La necedad de hablar sobre reforma del texto, sin duda hizo que esta narrativa -en gran medida falsa- tuviera un punto real sobre el cual apoyarse.
SIGNIFICADO 3: cambio en la gestión y mayor representatividad (ciudadanos descontentos y manipulados)
Este significado también ha sido alentado por la izquierda radical, precisamente haciendo pasar un problema de gestión como un problema del texto de la constitución o asociando los problemas a la idea de una constitución. En este caso, la narrativa se hace evidente cuando se proponen cosas que ya están en el texto o que no depende en absoluto de la constitución.
Por ejemplo, se ha impulsado la idea de que la constitución promueve los monopolios para favorecer a empresas. Una “buena” constitución, prohibiría los monopolios, se dice. Esto es falso. Ningún país moderno o democrático prohibe los monopolios, lo que hacen es regular el “abuso de posición de dominio”, como también lo hace Perú. Solo países como Irán, Libia o Venezuela, prohíben los monopolios. El resultado de hacer eso sería catastrófico para una economía, por motivos que no vale la pena explicar en detalle aquí. Sin embargo, ya se creó una narrativa anti-mercado y anti-constitución, que tiene poco o ningún asidero real. Si acaso, Perú necesita menos regulación, para que pueda haber más competencia, menores precios y una calidad “óptima” en productos.
También se dice que debería haber derecho a la saludo o educación en la constitución. Estos derechos no solo existen, sino que ambos son sectores priorizados, donde se permite la intevención directa del estado como ofertante. La mayoría de la salud y la educación en Perú no las dan empresas privadas, sino el propio estado. Sin embargo, por problemas de gestión y corrupción, no lo hace de forma eficiente. ¿Qué debería decir la educación para cambiar esto? ¿Debería decir que no solo prioriza sino que “super prioriza”? ¿”Recontra archi-prioriza”? ¿Así funciona? Es evidente que hay un problema de información, alentado por las personas que tienen en mente el Significado 1, pero que rebota en una pared frente a los que tienen en mente el Significado 3.
¿Qué hacer? En relación al grupo 1, mi sugerencia sería, en parte combatirlo con mucha fuerza, incluso usando a las fuerzas del orden; pero también ignorar sus propuestas de utilización de los procesos democráticos, p.e. un referéndum para cambiar la constitución (no merecen espacio de discusión, son enemigos del estado y solo usan esos mecanismos para manipular). Este grupo utiliza las formas de la democracia como un escudo para -tras bambalinas- conspirar con terroristas y narcotraficantes. No hay que caer en su juego.
En relación al grupo 3, una vez que sea depurado de integrantes e influencia del grupo 1, debe tener un espacio amplio de discusión. No de “covencimiento”, no de “mandarlos a leer”, sino de aprendizaje mutuo. Si queremos ser una democracia, debemos tratarnos como adultos, con respeto y diálogo. Sin embargo, este necesario diálogo, solo será posible cuando le demos al grupo 1 el lugar que verdaderamente se merece, que es la cárcel o -por lo menos- un lugar muy lejos de la política.