La "Fórmula Sagasti"
Sagasti, que parecía bastante contento con las elecciones y con pasarle la posta a Castillo, ahora dice que éste “no sabe distinguir entre el bien y el mal”. No se anima por la vacancia, pero propone una “fórmula” que llevaría a nuevas elecciones generales a través de una reforma constitucional. Aquí, algunos comentarios:
Esta fórmula no es novedosa
En 2000, el Congreso, luego de la renuncia del ex presidente Fujimori, hizo una reforma constitucional ad hoc para adelantar elecciones.
La fórmula, ¿es constitucional?
En 2000, la justificación fue que toda la elección estaba manchada por el “fraude estructural” que habría cometido Fujimori. Incluso en esa época, instituciones como la OEA, Transparencia o Ipsos no decían que Fujimori hubiera fraguado votos, sino que tenían tal control del aparato político (o mediático), que el resultado de las elecciones no era justo o válido. Por ejemplo, vean el artículo de Alfredo Torres de Ipsos al respecto (link).
En este caso, ¿cuál sería la justificación para una salida tan “radical”? Si nos hemos dado cuenta que Castillo es insostenible en la presidencia, perfecto, que renuncie o sea vacado, pero, ¿cuál sería la justificación para disolver el Congreso?
A mayor abundamiento, la propia C93 dice que la única forma de “revocar” al Congreso (o disolverlo) es si el presidente lo hace luego de que aquel le niegue dos veces la confianza. La “fórmula”, en la práctica, implicaría casi un referéndum para revocar al Congreso, conjuntamente con el presidente.
¿Puede haber una excepción a esta norma? Parece que la norma ha sido diseñada expresamente para prohibir excepciones. Alguno podría decirme que es imposible que una reforma constitucional sea “inconstitucional”. Es una discusión teórica interesante, que incluso ha tenido alguna repercusión a nivel local, cuando un abogado demandó la inconstitucionalidad de la propia Constitución de 1993 (link).
La fórmula no es conveniente
Además de ser impracticable (es casi imposible -salvo que algo cambie radicalmente en las próximas semanas- que el Congreso vote para auto-destruirse), implica duplicar la turbulencia política en el país y detener aún más nuestro ya relantizado avance.
En este caso, la “fórmula” huele a cálculo político del peor tipo. Si la idea es solo proponerla, tiene el efecto de desviar la discusión lejos de la vacancia. Si la idea es efectivamente llevarla a cabo, podremos esperar un siniestro capítulo más de nuestra política en los días por venir, nuevamente con “los morados” como protagonistas.