El pollo, ¿está vivo o muerto?
¿Cómo olvidar la “parábola” tan pésimamente narrada por Castillo? Pero, ¿qué nos quiso decir en verdad? Difícil decirlo. Fue contada de forma tan cantinflesca que su significado pasó a un segundo plano por completo. No sé si sea la forma correcta de interpretar la historia, pero me parece que un posible significado tiene relación con la discusión sobre si el actual gobierno es “comunista” o no.
Recordando un poco la “parábola”, ésta trata acerca de un niño que llevaba un pollo en la espalda y pretende engañar a su profesor. El niño le pregunta “¿el pollo está vivo o muerto?”. Si el profesor respondiera que el pollo está vivo, el niño le quebraría el cuello y se lo enseñaría muerto. Si, por el contrario, el profesor dijera que el pollo está muerto, el niño se lo mostraría vivo. El profesor, dándose cuenta de la “trampa”, le responde “el pollo no está ni vivo ni muerto, está en tus manos”.
En las últimas semanas, se lee a personas que uno pensaría que son preocupadas por la democracia, el estado de derecho y hasta la estabilidad económica, “burlándose” de los que alertábamos sobre los riesgo de un eventual gobierno comunista de Castillo. Entre ellos, Renato Cisneros, su columna titulada “Los falsos profetas del apocalipsis(sic)”:
“Según ellos, el Perú estaba a escasos meses de convertirse en Cuba, Venezuela o Nicaragua. Según ellos, la “aplanadora marxista” iba a copar las instituciones del Estado, carcomer la democracia, secuestrar la libertad, arruinar la bonanza económica que por tantos años ‘nos acompañó’. Ergo, había que impulsar su vacancia”.
Varios temas:
i) Muchos de los que pensamos que el gobierno de Castillo es un riesgo muy grande, no lo vemos como un riesgo de corto plazo, sino de largo plazo.
ii) Es difícil pensar que ante polémicas tan grandes en relación al nombramiento de funcionarios públicos y personas en puestos clave, Cisneros no vea “copamiento” del Estado. Quizá no recuerda que el ex secretario Pacheco renunció por un escándalo de influencia ilegal en nombramientos de nada menos que jefes militares. Posteriormente, el Ministro del Interior Avelino Guillén renunció por corrupción en los nombramientos en la Policía. Fuera de eso, el “copamiento” de otros poderes del Estado no ha ocurrido de forma tan evidente, sino más bien asolapada. El Congreso, por ejemplo, se supone que actúa como una fuerza opositora, pero ahora está lleno de “opositores ocasionales” como Acuña, Podemos, Acción Popular o el Partido Morado.
iii) ¿Acaso nombrar a ministros ligados al terrorismo no es “carcomer la democracia”? ¿Acaso promover incesantemente una asamblea constituyente jurídicamente imposible no es alterar el estado de derecho? ¿Acaso amenazar y amedrentar al Congreso -llamándolo golpista por quítame esta paja- no es desestabilizar el país? Hace pocos días Castillo nombró como Primer Ministro a un tránsfuga que declaró que quería desaparecer la Defensoría del Pueblo. Valer ha sido reemplazado por el ex Ministro de Justicia -Torres- que poco antes había separado ilegalmente al Procurador General Soria y al asumir el cargo una de las primeras cosas que hizo fue amenazar al Congreso. No nos olvidemos tampoco del “gabinete en las sombras” señalado por más de una persona, incluyendo al Defensor del Pueblo Walter Ayala y al ex secretario presidencial Jaico. Tampoco olvidemos las reuniones secretas en Breña. Supongo que nada de esto “carcome la democracia” para Cisneros.
Finalmente, Cisneros habla de “secuestrar la libertad” y de “arruinar la balanza económica”. Este último punto ha sido recogido también incluso por personas como Iván Lanegra, SG de Transparencia, que escribió en su cuenta de Twitter:
“Los que temían el “marxismo” y los que anhelaban el “marxismo” quizá acaben juntos en un bar ahogando sus penas. Con todos los “protocolos”, claro”.
Y ahí es donde este pequeño comentario regresa al inicio, a la escalofriante historia del pollo vivo o muerto. Lanegra, Cisnero y otros están diciéndonos que el pollo está vivo. Los que entendemos como funciona el comunismo no nos preocupa tanto si el pollo está vivo o muerto a los siete meses de gobierno de un partido que se define a sí mismo (no lo hemos inventado nosotros) como “marxista-leninista”. El problema con Castillo -y la izquierda radical que lo respalda- es que están en camino a destruir el estado de derecho.
Los puntos clave no son el dólar, la inversión extrajera o la inflación. Un gobierno comunista bien puede coexistir con indicadores económicos aceptables (aunque nunca alcanzará el nivel de desarrollo de una democracia o república liberal). Los puntos clave son:
i) Ver si efectivamente el Congreso, la Fiscalía o el Poder Judicial pueden oponerse eficazmente a alguien del Gobierno o a sus aliados de la izquierda radical (muchas veces disfrazados de progresistas).
ii) Las elecciones locales y regionales y -con ellas- la imparcialidad y transparencia del sistema electoral.
iii) El control de la Policía y de las FF.AA.
iv) La corrupción galopante y la tendencia al narco-estado que le dará la “gasolina” necesaria a este gobierno para impulsar sus planes.
v) Se buscará callar cualquier oposición. Ya lo estamos viendo con la sospechosa persecución administrativa y judicial a PBO y más recientemente a la FNF. Ojalá no tengamos que comprobar en las próximas semanas que una propuesta masiva contra el Gobierno es imposible en Perú.
El rasgo distintivo del comunismo no es la destrucción de la economía, sino la destrucción del estado de derecho, sumada a unas ideas específicas sobre el control de los medios de producción y distribución de la riqueza (que diferencian al comunismo de otras formas de tiranía). El comunismo puede coexistir con una réplica del libre mercado, pero donde el partido comunista finalmente controle las vidas de las personas y los mercados. China es un gran ejemplo de esto. Ellos han decidido permitir que existan réplicas de propiedad privada y apertura económica, pero siempre vigiladas y controladas por el PCCh, que además controla aspectos muy personales como la natalidad y censura a sus ciudadanos. Sin estado de derecho, sin embargo, la existencia de un “mercado” o “derechos” (que son la base del mercado) es imposible. Así como una democracia o república liberal moderna se resume al “gobierno de la ley”, donde las personas tenemos dignidad y los gobernantes existen para servirnos; un estado comunista se resume a la voluntad del partido, donde las personas son reducidas a objetos que sirven a los fines del partido, que ahora es todo, incluso “el pueblo”.
Como dije, lo que nos debería preocupar -hoy día- no es si “el pollo está vivo o muerto”; sino si el pollo está camino a caer en manos de un partido marxista-leninista. En ese punto, no habrán derechos, ni libertades, solo concesiones y privilegios. El estado de derecho será finalmente reemplazado por la discrecionalidad de un líder o partido comunista.