El Mercado de los Limones Presidenciales
En medio de una campaña presidencial, queda claro para muchos que la gran mayoría de candidatos, sino todos, no cumplen con las expectativas. Todos parecen igualmente malos. Pero no solo eso, sino que el solo hecho de ser un político lanzándose a la presidencia o al congreso, ya es percibido como algo negativo. ¿Estamos frente a un “mercado de los limones”?
En el “mercado de los limones” existe asimetría informativa que -a su vez- nos lleva a un problema de selección adversa. De acuerdo a este, si los consumidores (o electores) no pueden distinguir las buenas de las malas alternativas (en el ejemplo original de Akerlof, no pueden distinguir los autos usados de buena calidad (cerezas) de los autos usados de mala calidad (limones)), entonces solo estarán dispuestos a pagar el promedio del precio de mercado, sacando a las buenas alternativas de la oferta. Es decir, la calidad va a reducirse por debajo del nivel óptimo, como consecuencia de la inhabilidad de las personas de distinguir entre buenas y malas alternativas.
¿Existe algo de eso en el “mercado de presidentes”? Se requeriría un estudio amplio para determinarlo, pero podemos presuponer que existe basado en algunos datos, como la preferencia del público a Fujimori sobre Pérez de Cuellar, por ejemplo. Asumiendo que al menos parte del problema político de Perú es la falta de información sobre los candidatos, ¿cuál podría ser la solución?
El mercado de los limones es un problema de información, por lo que la solución debe buscarse en dicho ámbito. Es un error intentar solucionar un problema de información con estándares (como se ha pretendido hacer en el mercado universitario), debido a que los estándares reducen la oferta y -con ella- la información. ¿Cómo lograr más información? Algunas cosas ya se hacen:
- Darle espacio en los medios masivos a todos (franja electoral)
- Obligatoriedad de publicar plan de gobierno y declaraciones juradas
- Posibilidad de reemplazar a las autoridades (vacancia del Presidente o disolución del Congreso)
Sin embargo, esto no parece ser suficiente o exentas de problemas, por lo que sugerimos algunas más:
- Mejorar la regulación de la vacancia y disolución. En el caso de la vacancia, podrían estar más claras las causales y el procedimiento, para que sea percibido como legítimo. En el caso de la disolución, podría dejarse en manos de la gente, en algo como una renovación por tercios.
- Hacer más claras las reglas de elección de congresistas. Actualmente entran personas por “arrastre” de partidos.
- Certificaciones de la sociedad civil a la honestidad de candidatos o partidos.
- Independencia de los medios, con más competencia.
- Fortalecimiento de los partidos. Los partidos sólidos pueden ser un primer filtro de la idoneidad de los candidatos.
Finalmente, podemos ver que pese a que hemos tenido graves problemas en torno a la presidencia, finalmente hemos llegado a una persona que no tiene muchos peros a su gestión. Hemos llegado a ese punto de forma atropellada, a través de renuncias y vacancias que han sido percibidas como negativas en su momento. Vistas en retrospectiva, sin embargo, no parecen haber sido muy malas. Una vacancia es el equivalente político a poder devolver en una tienda un auto usado de mala calidad. Muchas veces, como es obvio, solo se puede conocer a cabalidad un producto (o presidente) una vez que entra en funciones.