Regulación de tasas de interés: ¿qué pasó en Chile?
Actualmente se discute si deberían regularse las tasas de interés en Perú, bajo las llamadas “leyes usura”. Incluso candidatos de “derecha” como López Aliaga, defienden esa propuesta. La evidencia, como con cualquier regulación de precios, es aplastante en contra. Sin embargo, esta norma tiene una narrativa que es difícil de vencer debido al sentimiento negativo que despiertan los bancos y al hecho de que es una norma bastante difundida a nivel regional y global. Específicamente, Chile y Colombia son dos ejemplos que son bastante usados para respaldar la propuesta. ¿Es el caso chileno un ejemplo a seguir?
En 2013 se aprobó la regulación de la Tasa Máxima Convencional. Si bien el impacto global de esa regulación puede parecer a primera vista positivo: la cantidad de crédito otorgados en Chile no parere haberse reducido a pesar de una tasa menor (de hecho, se podría producir que a menor precio, habría más demanda por crédito). Sin embargo, también se puede predecir que ante topes en las tasas, los bancos prestarían menos a los sectores más “riesgosos”, donde las tasas de retorno son incluso menores al 50% (lo cual, a su vez, explica las altas tasas ante la ausencia de regulación). En este sector, lo que se ha visto en Chile es una aumento del crédito informal:
Un estudio de la Asociación de Bancos señaló que la tenencia de deuda informal ha presentado un aumento sostenido y pasó de un 10,5% de hogares que afirman tener crédito informal en el tercer trimestre de 2016, a un 15,8% en igual periodo de 2017.
No solo eso, sino que este aumento de la “informalidad” también trajo un aumento de la criminalidad, en la forma de mafias de prestamismas y “cobradores de deudas” (colombianos), bajo los llamados “préstamos gota a gota“.
En el caso peruano, no tenemos ni cerca el nivel de formalidad chileno (más del 70% del empleo es formal, en Perú es al revés), ni de bancarización (al menos hasta 2014, Chile tenía el doble, 60% vs. 30% peruano). Eso nos permite concluir que mientras en Chile los topes a tasas de interés significan la desbancarización, en Perú significan el estancamiento del proceso de bancarización. En ambos, por supuesto, el efecto principal es la reducción del acceso al crédito para los que menos tienen.
¿Qué salidas existen?
Lo primero que habría que hacer es identificar si efectivamente hay un problema: ¿existe menos crédito del que debería? ¿Es muy caro? Si estas preguntas son respondidas afirmativamente (lo dudamos), entonces sí hay un problema, pero no siempre es obvio. En Perú, tenemos un sector financiero dinámico: la cantidad de préstamos ha ido en aumento, mientras el crédito se hacía más barato. Diría que el principal problema pasa por acceso al crédito formal.
Una salida es aumentar la competencia, pero esto no es fácil. Mucha de la regulación bancaria se explica en estándares internacionales que es difícil eludir y tienen una racionalidad detrás. Si bien se pueden hacer esfuerzos en este sentido, no es un camino fácil, ni es la panacea. Actualmente ya existe competencia en el sector y no es realista que esa competencia vaya a aumentar mucho en el mediano plazo.
Otra salida, más estructural, pero necesaria, es facilitar el cobro de créditos en general. En Perú es muy difícil cobrar deudas. Nuestra legislación es “pro-deudor”, como sabe cualquier que haya dado en alquiler su casa o los colegios en Lima que no pueden cobrar deudas. Pero no solo la legislación, sino los mecanismos judiciales son muy lentos y poco flexibles a acuerdos privados que hagan más fácil cobrar.
Aunque parezca contra-intuitivo, a los más necesitados les conviene que sea más fácil cobrar deudas, pues de esa manera ellos representan un riesgo menor y son mejores sujetos de crédito. De esta forma, facilitar el cobro de deudas traería más gente al sector financiero formal.
Esto sería una buena noticia en función a los riesgos del sistema informal, donde las personas sin recursos pagan tasas mayores y se ven expuestos a la criminalidad.