El Mito de la Obesidad y el Nuevo Reglamento de Alimentación Saludable
“De todos los mitos que rodean el tema de la gordura en América, el que ha alcanzado las mayores proporciones Orwelianas es la idea de que los americanos están (y deberían estar) comprometidos con bajar de peso porque están preocupados por su salud. Este es un ejemplo de una afirmación que continúa siendo tratada como cierta precisamente porque es tan falsa que cualquier reconocimiento de lo profundo de su falsedad sería incluso más perturbante que la falsedad misma de la afirmación. Es, en otras palabras, un ejemplo perfecto del poder una Gran Mentira para sobrevivir al escrutinio, donde falsedades mucho menos impresionantes no pueden hacerlo” (Campos, Paul. The Obesity Myth. Why America’s Obsession With Weight if Hazardous to Your Health. p. 137).
¿Qué tan fácil es medir la obesidad? ¿Qué tanta relación hay entre enfermedades (o muerte prematura) y obesidad? ¿Qué tan malos son el azúcar, la sal o la grasa saturada para la salud? ¿Qué tanto bien nos hace bajar de peso? ¿Qué tan efectivas son las políticas estatales para hacernos bajar de peso?
No voy a extenderme en hallazgos y citas de un libro de 300 páginas, pero la conclusión es que creemos que sabemos mucho más sobre la obesidad de lo que en verdad sabemos. Mucha de la mentira es involuntaria, se debe a la propensión a pensar que sabemos cosas que en verdad no (mala ciencia). Pero otra parte se debe al interés de lobistas de una industria multimillonaria (de dietas, medicamentos y operaciones estéticas; por un lado; y, de la propia industria de alimentos, por otro). Si no les da el tiempo de leer el libro, pueden escuchar parte de los argumentos aquí.
Como botón de muestra, consideren el caso de la grasa saturada. Durante más de 50 años ha sido una verdad incontrovertible, casi un dogma de fe, que la grasa es mala para la salud. Cualquiera que dijera lo contrario, podría ser considerado un tonto o un loco. Sin embargo, un estudio a gran escala publicado en Annals of Internal Medicine ha concluido que no existe realmente un link entre enfermedades cardíacas y el consumo de grasas saturadas. ¿Cómo pudo ser esto? Se buscaba un chivo expiatorio y las grasas saturadas “pagaron pato”. Todo el mundo quiso que fuera verdad y por tanto se volvió verdad, hasta que a otros se les ocurrió volver a mirar.
¿Qué tiene que ver esto con nuestro recientemente aprobado Reglamento de Alimentación Saludable?
Este Reglamento no es más que una ola más en toda la marea ocasionada por el mito de la obesidad y sus perjudiciales efectos en la salud. De manera más específica, muchas de sus normas tienen relación con mala ciencia y se mueve en base a poderosos lobbies, no solo de la industria de la dieta, sino de la propia industria de comida “chatarra”, aunque usted no lo crea. No tengo acá suficiente espacio par explicar exactamente cómo esto es posible, pero muchas veces (la mayoría de las veces) las empresas grandes están a favor al menos de formas de regulación, que tienen un impacto desequilibrado dependiendo del tamaño de las empresas. Una norma obligando a poner etiquetas con advertencias es una forma de elevar los costos para la industria y –por lo tanto- constituir una barrera de acceso.
Algunos ejemplos de la “genialidad” del nuevo Reglamento:
- Según el Reglamento, si consumo 5g de azúcar por cada 100 es poco, pero si consumo 5.1g es mucho y perjudicial para la salud. Es como decir que si mides 1.80 m eres alto, pero si mides 1.79 eres chato. Hay un motivo por el cual Perú es el único país del mundo con exactamente este tipo de norma vigente. Los otros 2 o 3 países con sistemas similares usan escalas: alto-medio-bajo.
- El Reglamento no distingue -y debería- entre 5g en un tipo de alimento que se consume en porciones pequeñas y otro en porciones grandes. No es lo mismo 5g/100 de ketchup que de pan. Si consumo 4 g/100 de azúcar o sal en pan voy a consumir mucha más sal o azúcar que si consumo 6g/100 de azúcar o sal en ketchup, salvo que consuma ketchup de manera excéntrica.
- Se obliga a las empresas a decir cuándo tiene un nivel “elevado” de grasas saturadas. Pero, nuevamente, ¿qué sabemos sobre el efecto de la grasa saturada sobre la salud?
- Se exceptúa de la aplicación del Reglamento, “los alimentos y bebidas no alcohólicas en estado natural, no sometidas a procesos de industrialización”. Pero, ¿acaso el azúcar de un jugo de naranja “natural” es distinto al azúcar de un jugo de naranja “artificial”? ¿El cuerpo humano las distingue? Si se va a aventurar a responder, piénselo de nuevo. El cuerpo humano no distingue. Al nivel químico, el azúcar de una u otra son sustancialmente iguales. Entonces, ¿por qué las exonera el Reglamento? Vaya usted a saber.
- Luego, dice que alimentos como la leche, frutas, los huevos, carne, aves de corral, etc. son recomendables “sin restricciones” a los niños. ¿Es en serio? ¿Acaso es recomendable comer tres huevos al día? ¿Acaso todos podemos tomar leche sin restricciones? ¿Acaso muchos de estos alimentos no son altos en sal o grasas? ¿Acaso la fruta no tiene azúcar? Si no me cree, aquí está:
“Según las Recomendaciones de la Consulta de Expertos de la Organización Panamericana de la Salud 2011, los alimentos que forman parte de una alimentación saludable son “alimentos naturales” y pueden promocionarse a los niños sin restricción alguna. Los “alimentos naturales” son aquellos que pertenecen a los siguientes grupos alimentarios que no contienen edulcorantes, azúcar, sal ni grasa agregada: frutas, verduras, granos integrales, productos lácteos sin o con poca grasa, pescado, carne, aves de corral, huevos, nueces, semillas y leguminosas.
- Finalmente, ojo, solo como ejemplos, el Reglamento exonera a los productos que –aun siendo procesados- no tengan grasa, azúcar o sal añadidos, sino solo las naturales. Pero, nuevamente, ¿acaso nuestro cuerpo sabe si al chancho le pusieron más grasa o era la grasa que ya tenía? ¿Importa para efectos de la lucha contra la obesidad? Casi es un insulto responder.
Sin embargo, a pesar de todas estas incongruencias y mentiras que se encuentran a simple vista (en un texto por lo demás pequeño), personas honestamente ignorantes (y bien intencionadas), irracionales o interesadas estarán de acuerdo y aplaudirán esta norma como un gran avance de Perú en la lucha contra la obesidad que (disque) está matando lentamente –e invisiblemente- a miles de peruanos. El primero en aplaudir, por supuesto, fue ASPEC.