“Solo la p…”: propuestas indecentes para el ahorro obligatorio
Sé que ya escribí sobre esto la semana pasada (aquí), pero el debate continúa. Esto no es un tema para olvidar, sino que debemos seguir sacándolo a la luz, hasta que se modifique. Además, tengo nuevo material. Nuevamente, algunos defensores de las AFPs, o “pensadores pragmáticos”, han querido hacer llegar el debate a un supuesto punto medio, pero que no hace otra cosa que distraer la atención de la idea principal: el ahorro obligatorio no tiene fundamento. Entre las nuevas propuestas, se encuentran: (i) que se pueda retirar el excedente luego de que se logre cubrir una pensión mínima y (ii) que se pueda retirar el fondo en caso de una enfermedad terminal.
Tratando de justificar la existencia del aporte obligatorio a las AFPs, Fernando Cáceres señala que “Cuando discutimos si el Sistema Privado de Pensiones debe ser voluntario u obligatorio, muchas veces nos olvidamos de algo que es trascendental: quién paga actualmente aquellos programas sociales que albergan a las personas de la tercera edad… Son pagados por un puñado muy chiquito de contribuyentes, que deben recibir toda la carga tributaria” (aquí).
Respondiendo a la pregunta de Fernando: los programas sociales no se pagan con los aportes al SPP, sino con tributos. Entonces, ¿cuál es la relación? Ninguna. ¿Por qué Fernando Cáceres o Roberto Abusada lo usan como justificación de la obligatoriedad? No sabemos.
Gonzalo Zegarra hace una asociación equivalente en su columna en Semana Económica, para llegar a la conclusión de que “Por eso es políticamente inviable eliminar la obligatoriedad, aunque sea filosóficamente deseable” (aquí). (Si es políticamente inviable desaparecer el aporte obligatorio es por la presión de los dueños de las AFPs, no porque sea realmente una buena política).
Ante eso, Gonzalo Zegarra propone que el tope del ahorro sea el necesario para lograr una pensión de mil dólares mensualmente, en el entendido en que una persona NSE C tiene ese como tope de ingreso mensual.
La verdad, esto de la relación entre los aportes obligatorios y Pensión 65 ya me suena a una conspiración. Es tan claramente una asociación espuria y existen tantos argumentos en contra de este supuesto “hecho”, que cuesta creer que personas inteligentes no lo puedan ver.
Punto uno: las ayudas sociales no se financian con aportes al SPP
El razonamiento de los defensores del aporte obligatorio es el siguiente: hay pocos aportando al SPP y muchos recibiendo ayudas sociales. Ergo, hay que obligar a más personas a aportar para financiar esas ayudas sociales y reducir la carga tributaria.
Pero, esperen, para empezar, las pensiones u otras ayudas sociales no son financiadas con el dinero que pagamos a las AFPs. Estas ayudas sociales son financiadas con tributos. Por lo tanto, lo que se requeriría es ampliar la base tributaria, no la base de aportantes al SPP.
En todo caso, si asumimos –creo que de manera irracional y contraria al sentido común- que un pobre actual dejará de serlo si se le obliga a aportar al SPP; obligarlo a aportar es solo una manera indirecta de reducir la carga de los aportantes actuales. Nada hace suponer que –aun si el mayor número de aportantes reduce el número de indigentes en el futuro y eso conlleva a una reducción en el dinero destinado a programas sociales (ambos supuestos, poco plausibles)- una menor cantidad de ayudas sociales reducirá la cantidad de tributos pagados en el futuro.
Así, la manera directa de aliviar la carga tributaria es ampliando la base tributaria, no aumentando la cantidad de aportantes a un sistema (el SPP) que reduciría solo de manera indirecta –si es que lo hace- la cantidad de beneficiarios de los tributos.
Por si fuera poco, este supuesto alivio en la presión tributaria –en realidad, aumento del número de aportantes- no contribuirá a reducir el monto que deberemos pagar mes a mes al SPP que es –en la práctica- como un tributo más, sino que lo aumentará. En ese sentido, fuera de eliminarse una supuesta inequidad social, se aumentará, al mantenerse el sistema obligatorio actual.
Punto dos: contribuyentes y beneficiarios serán personas distintas
Si un aportante actual, dejara de aportar, ¿se convertiría en indigente en el futuro? Esa es la pregunta que Cáceres y Zegarra necesitan preguntarse a ellos mismos.
Punto tres: si un indigente actual hubiese aportado, ¿ya no sería indigente?
De alguna manera la cara inversa del mismo tema es preguntarnos si una persona pobre actualmente (beneficiaria de Pensión 65) se le obligara a aportar, ¿haría alguna diferencia? Claramente, no. Esa persona va a seguir siendo pobre independiente de que aporte o no al SPP. Solo la van a hacer un poco más pobre en el presente.
Enfermedades terminales y otros “favores” que nos hacen…
Sobre la segunda propuesta (i.e. que podamos retirar parte de nuestro fondo si tenemos una enfermedad terminal… “Para poder gozar de nuestra pensión en vida” en palabras de Fernando Cáceres), solo diré que no encuentro justificación para darle a las AFPs mi dinero en primer lugar. Por tanto, no considero un favor que me lo den si me da cáncer terminal. ¿Por qué las AFPs o el Estado deben ser las juezas de la importancia del uso que le daré a mi propio dinero?
En fin, estas propuestas que parecen inocuas pero que -en el fond0- significan “vernos las caras”, son las que inspiran el título auto-censurado del presente comentario…