La Ley Mona (con pistola) y la educación universitaria
Últimamente se ha escuchado el término “opinólogo” para referirse a aquel que opina por opinar, sin conocimiento de causa. Son ejemplos notables de esto Felipe Mantequilla y Pata del Lago. Luego, el concepto se ha extendido a aquellos abogados liberales que opinamos acerca de temas económicos sin haber estudiado Economía. Luego, se ha diversificado incluso más, para incluir a cualquier cultor de las “ciencias sociales” que decida opinar acerca de la coyuntura política. Los temas preferidos de los opinologos son Nadine Heredia, la crisis del fútbol, cuántos satélites tiene Saturno, el matrimonio entre gays y –últimamente- el libro del Príncipe Prometido de los caviares, Thomas Piketti. Inclusive, algunos han propuesto abrir una Facultad de Opinologia, augurándole un gran éxito. Los opinólogos de derecha tenemos el poder de exasperar a los caviarologos (dícese del caviar opinante) con nuestras opiniones y viceversa, ¿pero qué pasa con los “congresologos”?
Les propongo pensar que los opinologos no somos los verdaderos enemigos, sino los “congresologos” (i.e. especie de animal congresal que se alimenta de votos y es susceptible a la influencia). Ellos no solo opinan de temas sin saber, sino que cambian la realidad y nos obligan a hacer cosas. Ellos tienen el poder para cambiar nuestras vidas, nuestros destinos, solo porque les “suena” a que algo debería de ser de determinada manera.
Un ejemplo de esto es la Ley Mora o “Ley Mona”, como me gusta decirle. El Congresista Mora cree, gracias a sus “cursos de educación”, que tiene el conocimiento necesario para decirle a las universidades cómo funcionar. Entre otras cosas, Mora considera que:
-Las tesis deben ser obligatorias para obtener el bachillerato.
Digamos que tengo alguna experiencia asesorando tesis y evaluando publicaciones en general. ¿Tengo, entonces, su permiso para opinar? Las tesis no son para todo el mundo. Hacer una tesis es un trabajo eminentemente académico. La gran mayoría de profesionales no se dedicará a la academia, por lo que hacer una tesis es irrelevante como medida de su éxito profesional. Ergo, obligar a todo estudiante a hacer una tesis es estúpido e innecesario. ¿Le parece –en su iluminado entender- que hay demasiados profesionales? Entonces haga un sorteo y prohíbale ser profesional al que salga sorteado. Eso tendrá la misma relación con las probabilidades de ser un profesional exitoso que obligarlo a hacer una tesis.
-Los estudios generales deben ser obligatorios.
Misma cosa. He estudiado en una universidad que tiene dos años de estudios generales. Enseño en una que funciona bajo un modelo diferente (en la que los cursos generales están mezclados con los de la especialidad). Existen excelentes universidades en ambos lados, con y sin estudios generales. Tener estudios generales no es –en absoluto- una garantía del éxito o calidad de una universidad.
-Los jefes de departamento, decanos y rectores deben tener “doctorados a tiempo completo”.
Al igual que las tesis, los doctorados no son para todo el mundo. Los doctorados son preeminentemente académicos. No todas las autoridades de una universidad son académicas. Los académicos somos habitualmente personas abstraídas (y distraídas), no gestores. Un rector, decano o jefe de departamento es antes un gestor que un académico. Claro, en una misma persona pueden coincidir ambas cualidades, pero no es algo necesario, y ni si quiera común.
Además, tener un doctorado no es un sinónimo de calidad. Bien podría yo hacer uno en la Universidad de Pelotillehue y sería lo mismo que hacerlo en una top 10 del mundo. La ley no distingue entre uno y otro doctorado, pero sí prohíbe ocupar dichos cargos a quienes no cumplan con el requisito. Incluso, los estándares de Derecho exigirán tener un doctorado solo para ser profesor. Es decir, si tengo un master en Harvard o Stanford, pero no un doctorado en Perú (donde no hay alguna universidad que sea top 500 del mundo), no puedo ser profesor. Nuevamente, mejor hagan un sorteo.
-Acreditación obligatoria.
No estoy en contra de la acreditación como concepto abstracto, pero sí el tipo de acreditación que se propone en Perú y que será administrado por incapaces, por lo que se ha podido ver hasta ahora. En Perú no se ponen metas, sino que se dice a las universidades cómo se deben organizar y cuáles deberían de ser sus fines. Van a cerrar universidades y facultades, solo para hacer que las universidades existentes sean más grandes (en tamaño) y encarecer las pensiones (quitándole la posibilidad de estudiar a muchas personas).
Desde la liberalización de la educación gracias a Fujimori, hay muchas más universidades en Perú. Esto ha sido percibido, por muchos opinologos, caviarologos y congresologos como algo negativo; pese a que está demostrado que la educación universitaria incrementa los sueldos de las personas y aumenta sus probabilidades de conseguir empleo en Perú. ¡Oh sorpresa, estudiar en la universidad me da más chances laborales! ¡Quién lo hubiera dicho! Pero ustedes –seguramente- conocen a uno o varios taxistas que tienen una carrera universitaria. Ah, entonces discúlpenme, no dije nada (¡!). Hay que ser idiota para pensar que tener más educación es algo malo. Decir que tener más educación es bueno “solo en la medida en que sea una educación de calidad”, es una estupidez retórica y sin fundamento. Nadie puede juzgar –con conocimiento de causa- la calidad de cada universidad en Perú, porque no la conocemos. Solo tenemos datos “macro” acerca del impacto de la educación universitaria en general. Cualquier opinión acerca del tema debe estar supeditada a dicha información. Sin embargo, para el General Mora, tenemos demasiadas universidades y hay que cerrarlas (¡!).
En una entrevista, a Mora le preguntaron:
“Pero general, ¿usted cree que todos deben ir a la universidad?
No.
Entonces, no tienen que entrar todos.
Pero vamos a la igualdad. Por ejemplo, ¿por qué no tomamos un solo examen de ingreso universal? Se ingresa por orden de mérito.
¿Me parece o usted quiere homologar todas las universidades bajo una supervisión única?
No es cierto. (…)”.
¿Me estoy perdiendo de algo? ¿No sé leer o le falta un tornillo a Mora?
Para Mora, todos los que nos oponemos a su proyecto: “(lo decimos) por intereses particulares o no (hemos) leído el proyecto de ley”. Lamento informarle que no tengo ningún conflicto de intereses en relación al proyecto y sí he tenido la desdicha de leerlo. Me pregunto, por el contrario, ¿qué intereses ocultos tiene Mora? ¿Quién está financiando su campaña para que se apruebe este proyecto de ley? El hecho de que se vayan a cerrar tantas universidades e “intervenir” otras sugiere un interés del gobierno por capturar universidades (“asume la intervención de universidades que entran en crisis”, en palabras de Mora) y un interés de universidades “clase B” por disminuir la competencia.
De perpetrase la insensatez de Mora, lamentablemente tendremos el equivalente a una nueva reforma agraria.