Las diferencias en sueldos entre hombres y mujeres
Si
alguien quiere informarse del tema, no le será difícil encontrar que existe mucha
evidencia acerca de una diferencia notable entre los ingresos de los hombres y
las mujeres a rededor del mundo (aquí,
aquí
y aquí);
sus posibilidades de acceso a empleos (aquí)
y su presencia en cargos de dirección o políticos (aquí).
En general, Perú no se encuentra muy bien ubicado (puesto 80) en el ranking de
brecha de género (aquí).
En este breve comentario, no me interesa extenderme en detallar los hallazgos
existentes, sino en discutir las causas y posibles soluciones.
Entre las posibles causas de la
diferencia entre los ingresos, se ha destacado:
- Que las mujeres necesitan más tiempo libre para cuidar a sus hijos
y a veces toman descansos más largos por maternidad. - Que eligen carreras que tienen unos horarios menos exigentes o con
una necesidad de instrucción (capital humano) menor, sea formal o de
aprendizaje en la práctica. Las dos primeras, aunque puedan ser ciertas, no
llegan a explicar el total de la diferencia de sueldos, sino una mínima parte (aquí). - Que las mujeres tienen -intrínsecamente- menos habilidades para
determinadas materias que son -al mismo tiempo- las más remuneradas. En efecto,
las mujeres serian menos hábiles en matemáticas, lo que las descartaría de
profesiones como las ingenierías. Esto ha sido discutido extensamente. Los
científicos y sicólogos encargados de los estudios han llegado casi
unánimemente a la conclusión de que no hay una diferencia biológica en la
capacidad para aprender matemáticas, ya que se basa en cualidades innatas
básicas de los seres humanos. Sin embargo, sí existen algunas diferencias de
detalle que podrían explicar cómo, a una edad más avanzada, pueden existir
algunas particularidades que lleven a que los hombres puedan ser mejores en
matemáticas (en detalle, aquí). - Que las mujeres son menos agresivas al negociar sus sueldos o
aumentos. - Que las mujeres tienen menor acceso a la educación (incluso
inicial o primaria) que los hombres y mayores tasas de deserción escolar.
Dado que estos puntos no llegan a
explicar cabalmente el fenómeno, se concluye que la discriminación tiene un rol
preponderante en este trato diferenciado que reciben hombres y mujeres. Muchas
veces los hombres menosprecian el trabajo de las mujeres por el solo hecho de
ser mujeres. Sin embargo, es difícil medir el impacto de la discriminación en
el empleo. Entre otras causas, una discriminación inicial pequeña en el sueldo
puede llevar a una diferencia explicable en otros factores en el futuro. Tal como
se explica aquí,
si una mujer recibe un pago de entrada menor al de un hombre, entonces puede
verse predispuesta a reducir la cantidad de trabajo que realiza o a
capacitarse. Eso, a su vez, llevará a una diferencia de sueldo mayor en el
futuro. Esa diferencia de sueldo, sin embargo, difícilmente se va a atar a la
diferencia de sueldo inicial o la discriminación, sino a la menor cantidad de
horas dedicadas al trabajo o la instrucción.
¿Qué hacer para reducir la brecha? Una
serie de alternativas se han propuesto. Las alternativas pueden ser puestas en,
por lo menos, tres grupos:
(i)
Las que buscan eliminar o
contrarrestar las causas no discriminatorias: por ejemplo, obligando a las
empresas a dar un trato preferencial a las madres que acaban de tener hijos o
facilidades para la lactancia. Algunos países incluso han cambiado el enfoque y
ahora le dan permisos post-natales a los padres.
(ii)
Las que buscan eliminar la
discriminación en el empleo. Habitualmente hay un mandato general de no
discriminación por razón del sexo. Además, se podría incentivar la
transparencia en los sueldos en las empresas, para una mejor fiscalización.
(iii)
Las cuotas que buscan
equiparar las condiciones iniciales entre hombres y mujeres. Ya que las mujeres
han sido históricamente víctimas de discriminación, entonces es justo que se
les den ventajas ahora sobre los hombres. Es algo similar a las cuotas
raciales. En Perú, actualmente existen cuotas a favor de las mujeres en el
Congreso.
Todas estas alternativas tienen
problemas, sin embargo. El grupo de las primeras, eleva los costos de contratar
mujeres, posiblemente reduciendo el numero de mujeres contratadas. El segundo
grupo, es muy complicado de fiscalizar. Es difícil detectar y probar
fehacientemente un caso de discriminación de este tipo. El tercer grupo, si
bien supone una ventaja inmediata para las mujeres, también podría contribuir a
perpetuar una imagen de inferioridad de las mujeres en relación a los hombres.
Dado que a veces se quejan de que no
concluyo, diré -solo preliminarmente- que creo menos en la regulación y más en
el avance espontáneo de la sociedad. Las mujeres (y los hombres) están
cambiando sus preferencias. Desde detalles como no querer que les paguen la
cuenta o les abran la puerta, hasta cambios mayores como darle prioridad a su
educación o trabajo sobre la crianza de hijos o el matrimonio. Este “movimiento
no político”, creo que es mucho más eficaz para reducir la brecha, que hacerlo
a través de normas.