¡Cuidado con lo que deseas!
“… porque se puede cumplir”. Así “reza” el proverbio chino.
Ahora que muchos están ocupados en sus compromisos de Año Nuevo, vale la pena
pensar en que muchas veces nuestros deseos no coinciden con lo que -en
realidad- queremos. Así, muchos queremos tener más dinero, pero no trabajar
más; ser más delgados, pero no comer menos; ser más cultos, pero no leer; etc..
Muchas otras veces, nuestros deseos se oponen radicalmente a nuestros
intereses. Esto le ocurre habitualmente a los niños. Un niño desea estar
despierto hasta tarde, pero no quiere sufrir las consecuencias del insomnio;
quiere comer dulces antes del almuerzo, pero no sabe que luego eso afectará su
apetito y así sucesivamente. ¿A quién nos recuerda esto?
República. Primero, presentan una demanda
de amparo contra El Comercio por -supuestamente- violar la libertad de
información y expresión de los peruanos, pero luego declaran
que “Quienes no desean que el grupo
El Comercio (en todo lo demás una legítima empresa de comunicaciones) controle
para todo fin práctico la formación de opinión pública en el Perú, tampoco
desean que los medios lleguen a ser manejados mediante legislación ad hoc,
además inevitablemente teñida de rivalidad política. Un camino de impredecibles
consecuencias”.
Tengo que confesar que me resulta entre chistoso y desconcertante
leer a un analista político con experiencia -Mirko Lauer- dándose cuenta que
han abierto la Caja de Pandora, una vez hecho, cuando era una consecuencia
fácilmente predecible de sus campañas públicas y demandas judiciales.
¿Cuál es la mayor amenaza
a la libertad de expresión?
Sin embargo, uno podría decir que la amenaza que significa la
concentración de medios para la libertad de información es equivalente a la que
significa la intervención del gobierno. Así, Vargas
Llosa ha señalado que “Ningún
país democrático admite que un órgano de prensa acapare porcentajes
elevados del mercado de la información, porque, si lo admitiera, la libertad de
prensa y el derecho de crítica se verían tan radicalmente amenazados como
cuando el poder político se apropia de los medios para “liberarlos de la
explotación capitalista”".
El argumento de Vargas Llosa tiene, por lo menos, tres problemas:
(i) históricamente, como él mismo reseña en su comentario, ha sido el gobierno,
y no la actividad de los privados, la que ha puesto en jaque -sino simplemente
desaparecido- la libertad de expresión en el Perú; (ii) no todos los países
democráticos -ni si quiera la mayoría, me atrevo a decir- han regulado la concentración
de medios; y, (iii) si bien algunos países democráticos han regulado el control
de medios, el énfasis ha sido puesto en la “cross-media ownership” (ser dueño
de un diario y un canal de televisión al mismo tiempo, por ejemplo), no en el
tamaño del control de la prensa escrita, pues ésta está de salida (las ventas
de diarios impresos han bajado en casi todo el mundo, durante los últimos años).
No solo esto, la regulación ha sido relajada y no endurecida en los últimos
años en EE.UU.. En la UE, por su
parte, no hay consenso aun para su regulación a nivel comunitario. Los
países se oponen pues va en contra de sus intereses reducir el tamaño de su
prensa local, por consideraciones laborales, fiscales y geopolíticas: diarios
más grandes aseguran trabajos locales, ingresos al fisco y una competencia más
balanceada con conglomerados periodísticos foráneos que pudieran ingresar al
mercado interno. Mas aun, en Alemania, el país más potente de la región y cuya
democracia nadie pone en duda actualmente, tenía una concentración de medios
escritos similar al de Perú actual en 2002: 72.4% del control de los medios
escritos en manos del líder, como se puede ver en este estudio.
Como mencioné en un artículo acerca del tema, meses atrás: “(…)en relación a la necesidad de control de
la supuesta ballena que tenemos en la piscina; lo que propusieron mis
contrincantes del debate (del diario La República) es traer a un tiburón para
que espante a la ballena. Si bien la concentración puede tener algunos
problemas, también es una garantía: un medio suficientemente grande se puede
oponer al gobierno. Darle, al gobierno, la capacidad para decidir sobre el
destino de los medios -cuán grandes pueden ser- es, en si misma, una amenaza
mucho mayor a la libertad de expresión. Que la prensa es un mercado
“sensible” y “especial”, es la justificación retórica
-vacía- que utilizan todos los que intentan desaparecer el mercado en pos de
intereses personales. Si miramos nuestra historia reciente y los hechos contemporáneos
en el resto de la región, veremos que la concentración de medios es la menor de
las amenazas a la libertad de expresión, donde el Estado ha sido artífice de
censura, expropiación, amedrentamiento, etc. a los medios de comunicación”.
Ahora, claro, una vez abierta la Caja de Pandora, el
Consejo de Prensa peruano, rechaza la intromisión del gobierno. Los
integrantes del diario La República debieron pensar esto antes de demandar y
solicitar públicamente la intervención estatal. Como dice el título del artículo
de Lauer: “La cosa es entre medios”. Pero no pues, ahora la cosa es entre
medios y el Estado, gracias a ellos. Ellos tenían una herramienta privada para
evitar la concentración en manos de El Comercio: comprar Epensa (y, de hecho,
lo intentaron). Ahora que “that ship has sailed”, quieren usar la herramienta
política; pero, al mismo tiempo, no quieren las consecuencias de utilizarla.