¿Más vale pájaro en mano que cientos volando? Estado-papá, irracionalidad y aportes obligatorios a las AFP
¿Qué
prefieren? ¿Perder $50 o dejar de ganar $50? La razón nos dice que es
exactamente igual. Pero resulta que las personas preferimos dejar de ganar $50
antes que perder $50 que ya tenemos. Así como éste, tenemos otros muchos sesgos
que nos hacen hacer malos cálculos. Por ejemplo, tememos más a los aviones que
a los autos, pese a que es mucho más probable sufrir un accidente en auto que
uno en avión.
Es algo más o menos claro y existe
bastante evidencia acerca de la racionalidad limitada de los individuos. Una
pregunta distinta, sin embargo, es si el Estado debería o no hacer algo en
relación a esta -comprobada- racionalidad limitada.
[Imagen tomada de la galería
de Jake Harris]
Muchas normas estatales se explican en
esta racionalidad limitada. Por ejemplo, tomen las normas de protección al
consumidor. Se prohíben contratos -o, más precisamente, cláusulas
contractuales- a pesar de ser celebradas por personas adultas, pues se cree que
las personas no pueden entender cabalmente su significado, al firmarlas.
También se desincentiva el consumo de productos, como el alcohol, el tabaco, el
juego o la comida chatarra. Otros cuerpos legales, como el Código Civil, no
abrazan la idea de tratar a las personas como si no pudieran pensar por sí
mismas. Abrazan, mas bien, la idea contraria, basándose en ideas más
“clásicas”, liberales, sobre la autonomía del individuo. (Una discusión amplia
sobre el tema, aquí).
Un ejemplo de norma paternalista es la
obligación de ahorrar para la jubilación. En Perú, dicha norma se
ha extendido a las personas que pagan renta de cuarta categoría (o los
llamados “independientes”). Esta norma revive el debate de si es conveniente o
justificado obligar a las personas a ahorrar. Por un lado, la perspectiva
liberal argumenta que las personas o somos racionales o deberíamos poder
afrontar nuestros propios errores y aprender de ellos, como individuos libres.
Por el otro, sean pragmáticos o pro-intervención estatal, ponen énfasis en los
sesgos que aquejamos las personas, que nos llevan a tomar decisiones que -en el
fondo- son perjudiciales para nosotros mismos y para la sociedad.
Existe evidencia de que las personas
tenemos un sesgo en relación a la valoración de los bienes en el tiempo.
Valoramos más lo que tenemos hoy, en comparación a lo que tendremos en el
futuro, a pesar de que “racionalmente” deban ser considerados equivalentes.
Esto lleva a las personas a ahorrar menos de lo que deberían lo cual, sumado a
consideraciones de tipo redistributivo, lleva a los Estados a establecer
diversos sistemas para procurar que tengan suficiente dinero para su vejez.
(Acerca de las justificaciones para esta regulación y evidencia de las taras
mentales asociadas al ahorro, ver este brillante trabajo, aquí).
Desde un punto de vista también
pragmático, es posible discutir aspectos más de detalle de este sistema de
ahorro obligatorio. Por ejemplo, ¿realmente incrementa el ahorro total? Si las
personas ahorramos más de manera obligatoria, eso ¿no podría llevarnos a
ahorrar menos de manera voluntaria? Es decir, dado que sabemos que el Estado
nos está obligando a ahorrar, dejaríamos de ahorrar lo que -de otra manera-
hubiésemos ahorrado. De esta manera, el
efecto neto de la política sería nulo. Además, ¿cuál es el impacto en el
empleo? ¿Cuál es el impacto en el crecimiento del país? ¿Tenemos alguna idea
sobre esto antes de proponer, criticar o alabar esta política?
Por otro lado, ¿no deberían establecerse
niveles de ahorro diferenciados dependiendo los niveles de ingreso? Por
ejemplo, las personas con bajos ingresos, ¿no deberían ser exoneradas dado que
para ellos unos soles más o menos pueden generar una gran diferencia en sus
vidas hoy? ¿Los ricos no deberían tener un tope de ahorro dado que
probablemente con eso tendrían suficiente para un retiro “holgado”?
Finalmente, ¿a qué se debe la falta de
competencia entre los fondos privados? En el caso de los aportes de cuarta
categoría, solo una compañía está autorizada a recibir los aportes, lo cual
resulta -por lo menos- sospechoso. ¿Realmente el objetivo es hacer que las
personas ahorremos más allá de nuestra irracionalidad o favorecer a una
empresa?