Página 6 y la relevancia del TC
En 2001, el Tribunal Constitucional (TC)
tuvo en sus manos el destino de Perú, al decidir si
los procesados por terrorismo debían o no salir libres, luego de que se
determinara que sus procesos eran nulos por violaciones al debido proceso
(entre otras cosas, por haber sido juzgados por “jueces sin rostro”). El TC, al
final, hizo una sentencia algo creativa, determinando que si bien los procesos
eran nulos, los terroristas no podían salir libres, sino que deberían de ser
juzgados de nuevo, presos. ¿Se imagina que hubiera pasado si hubiera decidido
que salieran libres? “(…) este Tribunal
Constitucional está en la obligación de prever las consecuencias de sus
decisiones y, por lo tanto, modular los efectos que sus decisiones generarán
(…)”. Ufff…
que ha resuelto el TC. También decidió si Fujimori podía o no ser reelegido;
también si los “fonavistas” deberían recibir su dinero de vuelta; también los
derechos de los pensionistas contra la ONP; también los derechos laborales en
numerosos casos donde ha sentado precedente; también la manera en que se deben
conducir investigaciones criminales; o los derechos de los presos; también los
tributos que nos pueden cobrar las municipalidades; si los gobiernos regionales
podían legalizar el cultivo de hoja de coca; si el Estado peruano podía cobrar
regalías a las mineras; si el Congreso puede regular los precios o establecer
monopolios legales; o, si el TLC con EE.UU. es constitucional. La lista es muchísimo más larga.
De manera general, el TC define procesos
de inconstitucionalidad -entre otros procesos- donde ciudadanos u otros poderes
del Estado pueden cuestionar una ley y declararla nula para toda la sociedad.
El TC ha resuelto mas de 500 casos así desde 2000. También ha sido un contralor
de la labor del Poder Judicial (PJ). También ha definido “conflictos de
competencia” entre poderes. Así es, el TC es nuestra verdadera corte suprema y árbitro,
cuando dos poderes del Estado -por ejemplo- dos municipalidades o dos
ministerios o un ministerio y el PJ creen tener competencia excluyente sobre un
mismo asunto. El TC se ha llamado a si mismo -y ha sido llamado- “supremo intérprete”
de la Constitución. Hace pocas semanas, el TC resolvió un caso
sobre la reforma agraria, obligando al Estado peruano a pagar su deuda. El
Presidente Humala declaró
que “El TC debería abstenerse de resolver casos sensibles” mientras dure la
nueva elección de magistrados. Muy tarde, señor presidente. El TC viene
resolviendo casos de la mayor importancia hace años, con o sin legitimidad.
En el plano académico, a mi me enseñaron
que la diferencia entre el Derecho Continental-Europeo (el nuestro) y el
Anglosajón era que el primero se basa en la ley y el segundo en la
jurisprudencia. Esto es falso por varios motivos, pese a que a los profesores
de primeros ciclos de Derecho en Perú les encanta decirlo. Sin embargo, el TC
hizo que sea aun más falso. Desde su reposición, el Derecho en Perú ha sido
enseñado en gran medida en base a la jurisprudencia del TC; haciendo aun más
falso esto de que “la jurisprudencia no es fuente de Derecho”. Las clases de
Derecho en Perú son dictadas en gran medida en base a la jurisprudencia del TC.
Menos
procesos, más protestas
En 2008, el Dr. Cesar Landa renunció
a la presidencia del TC. La noticia no apareció en la primera plana de ningún
diario. No hubo protestas. Nada. Esto, pese a que las circunstancias de su
renuncia fueron harto sospechosas, pocos meses antes de que el TC resolviera
otro caso “sensible”, esta vez sobre “El Frontón”. Esto contrasta con la gran
cobertura de medios y protestas ciudadanas por la elección de algunos miembros
“cuestionables” en el TC y la Defensoría. Estamos ad
portas de comprobar si se impondrá la opinión pública, en contra de la
irrazonada y terca arremetida del Congreso.
Muchos han propuesto
nuevos sistemas para elegir a los miembros del TC. Algunos incluso se han
lanzado a dar propuestas
concretas de nombres. La verdad, creo que cualquier sistema, si es aplicado
por personas sin escrúpulos, nos llevará a resultados semejantes. Sí creo, sin
embargo, en el poder de la gente y de la prensa, para prevenir o evitar
decisiones cuestionables del Congreso. Al margen de esto, no se debería repetir
el silencio de la gente y una vergonzosa página seis en uno de los diarios más
importantes del país cuando renunció el presidente del TC, un magistrado de
reconocida solvencia moral y académica; ahora Decano de la Facultad de Derecho
de la PUCP.
Ojalá el Congreso tome nota y haga por
presión lo que no puede hacer por propia iniciativa. Por nuestra parte, toca
educarnos y no ser indolentes ante lo que pasa en el país. Toca entender
también que instituciones como el Congreso -o incluso el TC- no actúan a
nuestro favor espontáneamente, sino que velan por sus propios intereses.
Pd: Una mención aparte merece José Luis
Sardón, Decano de la Facultad de Derecho de la UPC, cuya presencia haría mucho bien al TC .